Jesús combate y vence al demonio

El primer domingo de cuaresma es el domingo de las tentaciones de Jesús. “El cual, al
abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de la penitencia
cuaresmal, y, al rechazar las tentaciones de la antigua serpiente, nos enseñó a sofocar la
fuerza del pecado”, reza el prefacio de este domingo.
La Iglesia en este primer domingo de cuaresma nos pone frente al Maligno, para que
aprendamos de Jesús cómo se combate al demonio. Señalemos en primer lugar la
condescendencia de Jesús, que ha querido dejarse tentar por el demonio, para hacerse
semejante a nosotros en todo, sin pecado. Si estamos llamados a la victoria, nos
recuerda san Agustín que “nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser
coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de
enemigo y de tentaciones” (Sermón 60).
La tentación, por tanto, no es pecado. El pecado consiste en ceder a la tentación,
consentir con la propuesta tentadora, dejarnos llevar por las sugerencias del Maligno.
“No nos dejes caer en la tentación”, no significa estar libres de las pruebas y las
tentaciones, sino pedir que en el combate de la tentación, no nos falte la ayuda de Dios
para no caer. La doctrina católica se pregunta por qué el bautismo no nos ha quitado la
inclinación al pecado, y responde: se nos ha dejado esa inclinación para que luchemos y
para que venzamos.
El primer domingo de cuaresma se abre con esta enseñanza: la vida cristiana es una
lucha, es un combate. Nunca Dios nos pondrá a pruebas que superen nuestra capacidad,
porque Él que permite la prueba nos da la gracia para superarla.
Y en esto como en todo, Jesús no da ejemplo y nos enseña. No tengamos miedo a la
tentación y a la prueba y, cuando nos veamos tentados, acudamos con confianza al que
puede sostenernos y hacer que salgamos victoriosos. Jesús comienza su vida pública y
su ministerio luchando cuerpo a cuerpo con el demonio, y lo vence.
La ventaja que el demonio tiene en nuestros días es habernos convencido de que el
demonio no existe. Con eso, tiene ganadas todas las batallas. Y, sin embargo, el
demonio existe y Jesús ha luchado y se ha enfrentado con él, en esta y en varias
ocasiones a lo largo del Evangelio.
Recordemos cuando el demonio por medio de Pedro le sugiere a Jesús que no vaya por
el camino de la Cruz, y Jesús rechaza la insinuación de manera drástica y rotunda:
Apártate de mí, Satanás, porque piensas como los hombres, no como Dios. O cuando el
demonio le sugiere a Jesús la resistencia ante la voluntad del Padre en Getsemaní, y
Jesús responde en obediencia completa a su Padre, que le ofrece el cáliz de la pasión:
“no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
El demonio es muy atrevido y entra en nuestra mente por las rendijas más débiles de
nuestra alma. Por eso, Jesús nos alerta para que estemos atentos y vigilantes: Velad y
orad para que no caigáis en la tentación.
El primer domingo de cuaresma viene a ser un fuerte aviso para navegantes: Ojo, que el
camino de la vida cristiana no es un camino de comodidad y sin obstáculos. No.

Estamos llamados a la victoria con Cristo victorioso, y para ello hemos de estar
dispuesto para el combate con las armas de la oración, el ayuno y la limosna. La
cuaresma es tiempo propicio para esta tarea.
Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

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