Intervención de Mons. Demetrio Fernández en la Basílica Liberiana de Santa María la Mayor

Al concluir la Vigilia de oración previa a la declaración de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal.

Eminentísimo Sr. Cardenal Santos Abril, Arcipreste de esta Basílica Liberiana de Santa María la Mayor que nos acoge en esta tarde, vigilia de la declaración de San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia universal. Gracias por hacernos sentir en nuestra casa, en esta Basílica tan vinculada a España.

Eminentísimos Señores Cardenales, Arzobispos, Obispos, queridos sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, sobre todo procedentes de España, que vivimos estos días el gozo de este acontecimiento.

San Juan de Ávila, clericus cordubensis

La pertenencia de un presbítero califica su vida, su espiritualidad, su estilo pastoral. Todos entienden más fácilmente que un sacerdote sea jesuita, dominico, franciscano, etc. No es fácil entender que un cura sea diocesano secular. ¿De qué congregación es Vd?, nos han preguntado muchas veces, incluso personas cultas dentro de la Iglesia.

San Juan de Ávila ayuda a romper ese molde y ampliar el horizonte, y nos enseña que la santidad de un sacerdote puede darse en el clero secular. Más aún, él es patrono del clero secular español, desde que el Papa Pío XII lo proclamara como tal en el año 1946. Pero un sacerdote diocesano secular está incardinado en una diócesis concreta, para no ser un clérigo vago. San Juan de Ávila es clericus cordubensis, cura de la diócesis de Córdoba, según aparece en la documentación pontifica de la época.

San Juan de Ávila ha influido para que el beato Juan Pablo II nos diga en Pastores dabo vobis:

«En este sentido la «incardinación» no se agota en un vínculo puramente jurídico, sino que comporta también una serie de actitudes y de opciones espirituales y pastorales, que contribuyen a dar una fisonomía específica a la figura vocacional del presbítero. Es necesario que el sacerdote tenga la conciencia de que su «estar en una Iglesia particular» constituye, por su propia naturaleza, un elemento calificativo para vivir una espiritualidad cristiana. Por ello, el presbítero encuentra, precisamente en su pertenencia y dedicación a la Iglesia particular, una fuente de significados, de criterios de discernimiento y de acción, que configuran tanto su misión pastoral, como su vida espiritual» (PDV 31).

Esto es lo que viene a enseñarnos San Juan de Ávila. Ha vivido su sacerdocio en la condición de sacerdote diocesano secular, y por este camino ha llegado a la santidad, y mañana va a ser proclamado por el Papa como Doctor de la Iglesia universal.

Clericus cordubensis no es un título exclusivo ni excluyente. Al contrario, en él nos sentimos incluidos especialmente todos los que hemos sido llamados a la santidad en el ejercicio del ministerio sacerdotal como sacerdotes diocesanos seculares. La diócesis de Córdoba se siente especialmente gozosa, con la diócesis de Ciudad Real que le vio nacer y la diócesis de Sevilla, Granada, Jaén, Asidonia-Jerez, Mérida-Badajoz en las que él ejerció su ministerio sacerdotal directamente. Toda la Iglesia se goza de este acontecimiento, porque su doctrina es eminente y su influjo universal.

Y aquí en la Casa de la Madre, Santa María, este gozo se ha adelantado a la víspera. Gracias a todos los que han hecho posible este acto. A la postulación de la Causa desde la Conferencia Episcopal Española con su presidente, su secretario y la postuladora. Gracias al personal que sirve esta Basílica, y especialmente al coro que nos ha ayudado a la oración. Gracias a Vuestra Eminencia, Señor Cardenal Arcipreste. Vuestra condición de Cardenal de la Santa Iglesia Romana, vuestra condición de sacerdote diocesano secular y vuestra condición de español han contribuido a que este acto en honor de San Juan de Ávila haya resultado precioso. Hasta mañana, si Dios quiere, junto al Sucesor de Pedro para gozar todos juntos porque San Juan de Ávila es declarado doctor de la Iglesia universal. Gloria a Dios y a su Madre bendita, Santa María. Amén.

Roma, 6 de octubre de 2012.

+ Demetrio Fernández González

Obispo de Córdoba

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