Encuentro Diocesano de Laicos (y IV)

Carta del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández Todo a punto. Desde la Delegación diocesana de apostolado seglar y la Comisión preparatoria del Encuentro, están dándose los últimos toques. Nos vemos, Dios mediante, el próximo 7 de octubre en Córdoba para el Encuentro Diocesano de Laicos, que venimos preparando desde hace tiempo. Esperamos de Dios que sea un momento especial de gracia para la Iglesia del Señor, que camina en esta querida diócesis de Córdoba.

Y después, ¿qué?, es la pregunta que se hacen muchos ante este magno acontecimiento. Después continuaremos la vida normal, la vida cotidiana, la vida del tiempo ordinario, donde nos vamos santificando progresivamente. Un acontecimiento especial como éste nos hace entender mejor el sentido de nuestra vida cristiana, la misión que cada uno ha recibido del Señor, según su propia vocación y estado de vida. Al encontrarnos muchos percibimos que no estamos solos ni caminamos aisladamente, sino formando un pueblo, el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia. Cuántas veces se ataca a la Iglesia considerándola una institución caduca, pasada de moda. Sin embargo, la Iglesia lleva dos mil años cumpliendo la misión encomendada por Jesucristo y sigue viva, rejuveneciendo a quien se alegra de pertenecer a ella. La Iglesia lleva en su seno el futuro de la humanidad.

 

Los Papas han venido repitiendo en las últimas décadas que la nueva evangelización se hará por la preciosa colaboración de los seglares/laicos o no se hará. Urge que los laicos en la Iglesia tomen conciencia de su imprescindible papel. Gracias a los laicos, la Iglesia se hace presente en el mundo e influye en nuestra sociedad, transformándola desde dentro. Gracias a los laicos, las parroquias funcionan, los grupos y comunidades van adelante, las Cofradías cumplen sus fines. El refuerzo principal de los fieles laicos es su unión con el Señor, alimentada en la oración, en los sacramentos, en la formación permanente. Si esto falla o flaquea, todo lo demás se viene abajo. Y si esto está bien caldeado por la oración y las respuestas generosas al Señor, la evangelización de la Iglesia adquiere valor en medio de las dificultades, que nunca faltarán.

Esperamos que de este Encuentro los fieles laicos sean incorporados cada vez más en los Consejos pastorales parroquiales, donde bajo la dirección del párroco, cada uno ocupa su lugar. No se trata de hacer una Iglesia democrática, sino de hacer una Iglesia que vive la comunión, donde reina el amor cristiano, donde a cada uno se le reconoce su papel. Que los fieles laicos se incorporen a los Consejos de asuntos económicos y patrimoniales de las parroquias. Debemos pasar de una situación en la que el cura lo hacía todo a una situación en la que cada uno asume responsabilidades, incluidas las responsabilidades económicas y de gestión del patrimonio, siempre bajo la dirección del párroco.

Esperamos de este Encuentro que salga reforzada la familia cristiana, la que Dios ha instituido, la única que satisface plenamente las aspiraciones del corazón humano. Y al mismo tiempo crezca nuestra cercanía a todos los que por una razón o por otra sufren, sobre todo en el ámbito familiar. Esperamos que de este Encuentro se refuerce la identidad católica de la enseñanza por parte de los educadores católicos, testigos antes que maestros de una antropología cristiana vivida y propagada. Qué apasionante tarea la de educar según la visión cristiana.

Esperamos que el laicado de la diócesis de Córdoba se articule en torno al eje diocesano y acoja a todos los carismas que enriquecen la Iglesia y nuestra diócesis. Esperamos que la Acción Católica General pueda prestar este servicio de coordinación, de articulación orgánica, de autogestión por parte de los laicos, estableciendo por toda la diócesis una red de comunión entre sí y con los pastores de la Iglesia (obispo y párrocos). Esperamos que las Cofradías estén cada vez más integradas en sus parroquias, en sintonía con sus consiliarios y párrocos, y al servicio de la piedad popular tan intensa en nuestra diócesis. Esperamos que todos los carismas, que embellecen la Iglesia, contribuyan a la edificación de esta Iglesia diocesana de Córdoba, en la que viven, crecen y se alimentan.

A María santísima encomendamos los frutos de este Encuentro. Ella es la Madre de la Iglesia, Ella nos acompaña con la imagen de la Virgen de la Fuensanta, copatrona de la ciudad de Córdoba. Ella es nuestra Madre amorosa. Que San Rafael, custodio de la ciudad continúe librándonos de todo mal y nos acompañe en el camino hacia el cielo.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández

Obispo de Córdoba

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