Encuentro Diocesano de Laicos (III)

Carta del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández

La fecha del 7 de octubre de 2017 está reservada desde hace tiempo para el Encuentro Diocesano de Laicos, un especial acontecimiento eclesial en nuestra diócesis de Córdoba, que celebra nuestra pertenencia a la Iglesia, dando especial protagonismo a los seglares en el momento presente, acompañados por los pastores y los consagrados. Nos encontramos en una diócesis con mucha vitalidad eclesial, y necesitamos vivir y expresar la unidad de todos para que el mundo crea. “Unidos para que el mundo crea”, es el lema. Esa unidad no es uniformidad, cada uno tiene su propia historia de salvación, una historia de pecado en la que vence día tras día la misericordia de Dios, que nos hace santos. Pero esta unidad se vive en la comunión eclesial, donde las peculiaridades de cada uno se convierten en enriquecimiento para todos. Todos necesitamos de todos, nadie está de sobra, nadie se sienta excluido. “En la Iglesia hay un lugar para ti”, recordaba el Papa Francisco hace pocos días.

Los laicos por su propia vocación y misión viven “en el mundo”, y es ahí donde se santifican, haciendo presente el Reino de Dios en las circunstancias ordinarias de la vida y llevando la luz del Evangelio al mundo de la familia, del trabajo, de la cultura y de la vida pública. Es inmenso el caudal de gracia que se acumula en el corazón de cada una de estas personas: padres y madres de familia, abuelos y nietos, jóvenes y adultos; la familia continúa siendo el hogar donde uno es amado gratuitamente, y debemos hacer entre todos que los lazos familiares no se deterioren, sino que se refuercen. En el mundo del trabajo, haciendo cada vez más humanas las relaciones laborales, convirtiendo el trabajo en lugar de encuentro, no de conflicto, buscando el bien de todos en la justicia, no la explotación de unos por parte de los otros. En el amplio campo de la cultura, donde se genera la convivencia humana, donde se expresan todas las artes, donde se construye el diálogo de todos. En el servicio de la vida pública, incluida la vocación política, donde se toman las decisiones de justicia para todos, preludio de la paz.

El Encuentro constará de diferentes momentos a lo largo de la Jornada. En el culmen de todo está Jesucristo, contemporáneo a nosotros por el sacramento de la Eucaristía, vivo y glorioso. Una gran celebración eucarística, precedida y acompañada por confesores en abundancia para reconciliarse con Dios y con los hermanos. Cada domingo volvemos a celebrar este momento fuerte de nuestra vida cristiana. Cómo debemos cuidar la Eucaristía dominical y la frecuencia del sacramento de la Penitencia, como dos pilares imprescindibles de nuestra vida cristiana.

En la mañana tendremos un tiempo largo para la formación, de manera dinámica y testimonial, con posibilidad de diálogo con los ponentes, en distintos talleres alternativos. Hoy más que nunca es necesaria la formación permanente, porque hoy se cuestiona todo, vivimos en un ambiente muchas veces pagano, y los seglares deben saber dar razón de su esperanza, tienen que responder a cuestiones que antes nunca se les había planteado. Necesitamos todos del testimonio de otros, que viviendo los mismos problemas, van dando respuestas cristianas a tales situaciones.

Después del almuerzo (donde cada uno tomará su bocadillo, porque no hemos venido de perol, sino a celebrar nuestro Encuentro), tendremos una procesión con Jesucristo Eucaristía. La vida cristiana es una peregrinación, es una procesión, es un camino, en el que nos acompaña Cristo como alimento, como amigo, como compañero de camino y María Santísima su madre, como consuelo, como protectora, como madre. En nuestra diócesis de Córdoba vivimos muy intensamente esta dimensión de las procesiones, tan arraigadas y tan expresivas de nuestra condición de caminantes.

Y concluiremos la Jornada con un Gran Concierto musical, después de la Santa Misa, con figuras de primer orden en este mundo del testimonio a través de la música.

Estamos a tiempo de inscribirnos para este Encuentro. Hazlo en tu parroquia o en tu comunidad cristiana o grupo apostólico. No faltes.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández

obispo de Córdoba

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