«Así os envío yo»

Carta Pastoral de Mons. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, con motivo de la campaña del Domund 2011, que se celebra el 23 de octubre.

Queridos hermanos y hermanas: 

El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, invita a toda la Iglesia a renovar el compromiso misionero, y partiendo del mandato misionero del evangelio de san Juan «Como el Padre me ha enviado, así también os envío Yo» (Jn 20,21), sintetiza las cuatro claves que se dan en los cuatro mandatos misioneros evangélicos. 

La primera clave está en adquirir conciencia misionera, algo que supone un cambio de mentalidad para nuestro pueblo muy fuerte. Es una manera de pensar, sentir y vivir que brota de la convicción de que nuestro Bautismo nos ha convertido en hijos de Dios, nos ha transformado en luz y sal de la tierra, nos ha hecho misioneros del amor del Padre, de la manera de ser de Cristo, y del poder y fuerza del Espíritu Santo. Todos recibimos el mandato de “id…”, “sed mis testigos…”, “os envío…”. Este objetivo –como nos dice el Papa Benedicto XVI en su Mensaje- se refuerza continuamente por la celebración de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, que se concluye siempre evocando el mandato de Jesús resucitado a los Apóstoles: “Id…” (Mt 28,19). 

La segunda clave está en abrir los ojos a los inmensos horizontes que se abren ante nosotros urgiéndonos a la misión. El horizonte geográfico, que nos hace constatar que después de dos mil años, todavía existen pueblos que no conocen a Cristo y no han escuchado su mensaje de salvación. El horizonte social, que nos hace tomar conciencia de las masas humanas de las grandes barriadas, los cinturones de las ciudades, los jóvenes, los inmigrantes, las graves situaciones de pobreza, a menudo intolerables, etc. Y, por último, el horizonte cultural, en el que se está dando un cambio que lleva a una mentalidad y a un estilo de vida que prescinden del mensaje evangélico, como si Dios no existiera, y que exaltan la búsqueda del bienestar, de la ganancia fácil, del logro profesional y del éxito como finalidad de la vida, incluso en menoscabo de los valores morales. 

La tercera clave es crecer en corresponsabilidad, asumir que la misión universal implica a todos, a todo y siempre. Es importante que tanto cada bautizado como las comunidades eclesiales se interesen en la misión no de manera esporádica y ocasional, sino de manera constante, como forma de la vida cristiana. La misma Jornada Mundial de las Misiones no es un momento aislado en el curso del año, sino que es una ocasión preciosa para pararse a pensar si respondemos y cómo respondemos a la vocación misionera; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia. 

La cuarta clave es el programa a realizar en la misión, la evangelización, ese complejo proceso que abarca distintos elementos, entre los que el Papa Benedicto XVI acentúa la solidaridad como un elemento que también forma parte de la misión de la Iglesia.Se trata de sostener instituciones necesarias para establecer y consolidar la Iglesia mediante los catequistas, los seminarios, los sacerdotes; y de dar también nuestra propia aportación para que mejoren las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición  -sobre todo infantil-, enfermedades, ausencia de servicios de salud y de educación. También esto entra en la misión de la Iglesia. Anunciando el Evangelio, se preocupa por la vida humana en sentido pleno.  

En orden a conseguir esta animación misionera de nuestro pueblo y de cada cristiano, la Iglesia cuenta con las Obras Misionales Pontificias. Su labor se centra en fomentar la cooperación misionera universal y promover el espíritu misionero, suscitando y haciendo más profunda su conciencia misionera, informando sobre la vida y las necesidades de la misión universal, y estimulando a las Iglesias particulares a orar las unas por las otras y a ayudarse mutuamente con el envío de personas y de medios materiales. 

El Domund nos invita a orar por la evangelización de todos los pueblos, a tener muy presentes a nuestros misioneros y misioneras en su misión de hacer presente el amor de Dios en los sitios más lejanos y difíciles, a colaborar con la aportación de nuestra ayuda económica para sostener sus proyectos pastorales y de desarrollo, y a pedirle al Señor que suscite entre nosotros vocaciones misioneras ad gentes así como una renovada conciencia misionera en todo nuestro pueblo cristiano. 

Con mi afecto y bendición

+ Demetrio Fernández González
Obispo de Córdoba  

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