Consagrados para el servicio de Dios y del hombre en su Santa Iglesia.
El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, ha ordenado hoy como diáconos a cinco seminaristas: Daniel Ramón Angulo Guillén -del Seminario Misionero Redemptoris Mater-, Pedro Castelo Luna, Pablo Lora Blasco, José Luis Moreno Modelo y Florencio Muñoz García -todos del Seminario Conciliar San Pelagio-.
En la misa de ordenación, ante más de dos mil fieles que abarrotaban las naves de la Catedral y casi un centenar de sacerdotes concelebrando, monseñor Fernández les ha recordado que «sois consagrados por Dios para el hombre al servicio de su Iglesia» y por ello, les ha expresado que el Espíritu Santo ha venido sobre cada uno de ellos, para envolverlos con el amor de Dios, recordándoles que ellos responderán como María: «aquí estoy para ser esclavo del Señor para servir como Cristo en el misterio de la redención de los hombres». «Sólo cuando uno ha entendido esta llamada del Señor como María, puede ponerse al servicio de Dios y de los hombres», ha asegurado. En este sentido, también ha comentado que «sólo es posible dar este paso si el amor de Dios envuelve vuestra vida y al calor de ese amor de Dios habéis podido entender lo que no puede entender la carne ni la sangre, es decir, que Dios os quiere exclusivamente para Él».
Además, el Obispo ha alentado a los nuevos diáconos a que ejerzan su ministerio como Cristo Jesús, «que no ha venido a ser servido, sino a servir». Al hilo de esto, les ha explicado el significado de la palabra «diácono», que es «servidor de Cristo en el altar y en la eucaristía».
Finalmente, D. Demetrio ha invitado a los nuevos ordenados a que vivan su ministerio «con una entrega generosa y ardiente, de manera que podáis ser los ministros de la Nueva Evangelización a la que la Iglesia hoy nos convoca». Asimismo, ha pedido que en este ministerio los acompañe y los bendiga la intercesión de san Juan de Ávila.
Con esta ordenación, los nuevos diáconos ya pueden bautizar, celebrar el matrimonio, presidir las exequias en un funeral, leer el Evangelio en las celebraciones o dirigir las homilías.
Durante el rito de la ordenación, se han postrado mientras se proclamaban las letanías de los santos y, a continuación, ha tenido lugar la imposición de manos por el Obispo sobre cada uno de ellos.