“Mi vida entera por y para el Seminario”

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

A sus casi 88 años de edad, muy pocas son las personas que no conocen a este sacerdote de la diócesis de Córdoba, Gaspar Bustos. Todo un referente para muchos presbíteros, con una vida sacerdotal plena y entregada al Seminario como podemos comprobar en la siguiente entrevista.

P: ¿Qué le llevó al sacerdocio?

Gaspar Bustos: Fue en el año 36, cuando estalló la guerra y nos quedamos sin nada, sin escuela ni nada. A esto, se sumó que, en mi casa, mi padre murió y mi madre se enfermó, por lo que a mi hermano lo mandaron con unos abuelos y a mí con otros. Fueron años difíciles hasta que en el 39 acaba y volvemos a retomar un poco nuestra vida. Recuerdo que había una mujer que siempre le decía a mi madre: ¡Este niño va a ser sacerdote! Y no se equivocó. Precisamente en ese año, organizaron en la parroquia la Primera Comunión de los niños y niñas que no pudieron hacerla antes, las catequesis, y por tanto, empecé a acercarme nuevamente a la parroquia. Fue a partir de ahí cuando me hice amigo de un chico que estaba conmigo en clase y ayudaba en la parroquia durante la misa. Él fue quien me enseñó a ayudar en misa y con quien iba a la parroquia, donde un día conocí a dos padres Capuchinos que estaban de misión en Conquista, un pueblo cercano al mío. Me sentí bastante atraído por su tarea, incluso pensé que quería ser misionero como ellos, hasta que conocí a seminaristas y su ilusión, me hizo sentir que quería ingresar en el Seminario. Algo que mi madre me dijo que era imposible, puesto que para estudiar necesitábamos dinero y nosotros éramos muy pobres.

Mientras tanto, seguía con esa inquietud, tomando el ejemplo de mi párroco. ¡Yo quería ser como él! Pero me resigné hasta que un día mi párroco me dijo: ¿A ti no te gustaría ir al Seminario? Le dije que mucho, pero que mi madre me dijo que no podía ser por el dinero. Entonces mi párroco me respondió: “Al morir tu padre me dijo que cuidara de sus hijos, así que yo cuidaré de ti. Prepara los libros que te vas al Seminario”. Y así sin más, me vine al Seminario.

P: Y, ¿cómo conoció a Jesucristo?

Gaspar Bustos: A través del cuadro de Jesús en Tiberiades. Le pregunté a mi maestra el significado de este cuadro, y ella me lo explicó muy bien. Me dijo: “Esto es lo que hacen los sacerdotes. Estar sacando a los hombres del mar y llevándolos a Dios”. Aquí encontré un signo de que quería ser sacerdote gracias a esa maestra, a mi parroquia, a la catequista, a los padres Capuchinos de la misión y a mi párroco.

P: ¿Cómo describiría su vida sacerdotal?

Gaspar Bustos: Muy gozosa. He vivido muchas cosas, pero nunca he tenido dudas de la vocación en mi vida. Quería ser sacerdote y creo que nací para ser sacerdote, para ser lo que soy y estar plenamente feliz de serlo.

P: ¿Cuáles han sido los retos más simbólicos que ha enfrentado como sacerdote?

Gaspar Bustos: La verdad es que la época cuenta mucho. Llegué al Seminario con 13 años, en una etapa de un florecimiento vocacional enorme, y tras mi ordenación, todo han sido retos ilusionantes: mi destino a Azuel, un pueblecito donde la gente era muy buena y me respetaba en mi trabajo; mi segundo destino a Villanueva de Córdoba, como capellán de las monjas; el tercero en Baena, con 28 años; y luego en el Seminario Menor de Hornachuelos. ¡Eso sí fue todo un reto porque nunca lo había pensado!

Recuerdo que llegué a Hornachuelos con 250 seminaristas y 9 sacerdotes. Fueron 7 años los que pase allí y guardo grandes recuerdos. Como reto, tengo en la memoria unos años difíciles que llegaron cuando se decidió cerrar aquel Seminario y trasladarnos a Córdoba. Aquí llegó un momento que nada tenía que ver con lo anterior. Las vocaciones comenzaron a bajar y lo que antes era esperanzador, ahora se convertía en desilusión y desencanto. Se producen falta de vocaciones, sacerdotes que se secularizan, y da lugar a un momento difícil y a una crisis muy fuerte para la Iglesia.

Pero cuando llega Mons. Cirarda como Obispo, reorganiza la Diócesis con los esquemas del Concilio y comienza a funcionar un equipo de gobierno, del que paso a formar parte. Empecé a ver una esperanza de que todo volvería a funcionar y a partir del nombramiento de Juan Pablo II, llega a la Iglesia una inyección de optimismo. Los seminarios empiezan a caminar y los seminaristas que se habían ido a cursar sus estudios en Sevilla, vuelven a disponer del Seminario en Córdoba con don Alfredo Montes como rector y un servidor como padre espiritual. Desde entonces, he entregado mi vida al Seminario, a pesar de haber cumplido siempre con los cargos encomendados, entre ellos, el de canónigo de la Catedral, Vicario de la Vida Religiosa, encargado de la Adoración Nocturna y Delegado para el Clero.

P: ¿Qué experiencias como sacerdote le han dejado más impactado?

Gaspar Bustos: La que he vivido con más lágrimas han sido cada ordenación sacerdotal. Para mí es uno de los momentos más gozosos de mi vida.

P: ¿Cuál considera que es la tarea más fácil y la más difícil para un sacerdote?

Gaspar Bustos: Un sacerdote si es sacerdote con vocación, tiene las dificultades que tiene todo el mundo en el trabajo, pero no tiene más. Quien tiene espíritu vocacional, no le pesa nada.

P: ¿Qué supone para usted ser un pilar en la vida de muchos sacerdotes?

Gaspar Bustos: Para mí es un regalo por el que tengo que darle gracias a Dios. Sufro con ellos, padezco con ellos, les ayudo en cuanto puedo, he dedicado mi vida al sacerdocio y a la obediencia que es el camino de Dios, y resulta que esta obediencia coincidía con lo que tenía en el corazón. He trabajado por lo que más he amado, por tener muchos sacerdotes y santos.

P: Hoy por hoy, cuando le visitan los sacerdotes, ¿qué siente?

Gaspar Bustos: Mucha alegría. Solamente verlos ya me hace feliz.

P: Y actualmente, ¿cómo ve a los jóvenes seminaristas de hoy?

Gaspar Bustos: Pocos y valientes. Necesitamos más, pero son muy valientes. Este año han entrado doce y estoy encantado con ellos, como también con sus formadores que son estupendos.

P: Por último, como experto en dirección espiritual, ¿por qué es tan necesaria en la vida de un cristiano?

Gaspar Bustos: Sencillamente porque la vida espiritual es vida y la vida tiene que ser cultivada y cuidada. Si un sacerdote no tiene vida espiritual, es una planta que no es regada; y un cristiano igual. La vida espiritual es vida de fe, que entra por el oído y se cultiva en el corazón, como decía Juan Pablo II.

Perfil personal

Nombre completo: Gaspar Bustos Álvarez.

Edad: 88 años.

Lugar de nacimiento: Villanueva de Córdoba.

Un recuerdo de su niñez: La misión en los Capuchinos.

Defina sus años en el seminario: Felicidad.

Su comida favorita: El cocido que hacía mi madre.

Sus aficiones: Leer, pasear por el campo y la oración.

Su mejor amigo: Los cuatro sacerdotes que viven conmigo.

Su cura: Marcial Rodríguez Urbano.

Un deseo: Que haya muchas vocaciones.

Rezas por…: Por todos.

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