Para el salesiano, la devoción a María Auxiliadora constituye uno de los rasgos distintivos de su espiritualidad
Antonio Gil
Sacerdote
Esta semana, los Salesianos están celebrando en su basílica de Córdoba, la solemne novena a María Auxiliadora, como pórtico a su fiesta, el 24 de mayo. Para el salesiano, la devoción a María Auxiliadora constituye uno de los rasgos distintivos de su espiritualidad, como se recoge puntualmente en las Constituciones Salesianas: “La Virgen indicó a Don Bosco su campo de acción entre los jóvenes y lo guio y sostuvo constantemente. Creemos que María está presente entre nosotros y continúa su misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos. Para contribuir a la salvación de la juventud, -la porción más delicada y valiosa de la sociedad humana-, el Espíritu Santo suscitó, con la intervención materna de María, a san Juan Bosco, la creación de su Sociedad, declarándola como patrona principal”.
En las Eucaristías de la solemne novena, he querido subrayar con fuerza el puesto singular que tiene María, en la historia de la salvación, “como modelo de oración y de caridad pastoral, maestra de sabiduría y guía de la familia salesiana”. Me atreví a esbozar, “la homilía” que la Virgen nos ofrecería en esta hora a los cristianos, con tres bellísimos mensajes: Primero, “estad atentos a los mensajeros de Dios, como yo estuve atenta al arcángel Gabriel, en el momento de su Anunciación”; segundo, “abrid de par en par las puertas de vuestras vidas a la voluntad de Dios, como yo las abrí, con mi “Hágase”; tercero, “haced siempre lo que Él os diga”, recorriendo el camino evangélico, trazado por mi Hijo Jesús”. Con la ayuda de María, Madre y Maestra, “los salesianos se esfuerzan por llegar a ser educadores-pastores de los jóvenes”.
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