En su nuevo artículo de «Al trasluz», el sacerdote y periodista cordobés se centra en el día del Corpus Christi y del Sagrado Corazón de Jesús
La solemnidad del Corpus Christi nos deja el aroma eucarístico del paso de las Custodias por nuestras calles, dos fiestas entrañables como la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María, y los bellísimos mensajes de “tres amores”: El amor a Cristo realmente presente en la Eucaristía; el amor a Cristo roto, encarnado en los pobres y que se identifica con ellos; y el amor de quienes saben adorarle presente en la Eucaristía y socorrerle en los pobres.
Son “tres amores” entrelazados especialmente en el día del Corpus: Nuestra adoración al Cristo de las custodias, presente real y sustancialmente en ellas, no sería auténtica si estuviéramos olvidando al “Cristo roto”, que convive en todo momento junto a nosotros en los pobres, en los enfermos, en los desahuciados de la sociedad, en los sin techo, en los necesitados y abandonados. La Iglesia ha unido en esta solemnidad la adoración a Cristo sacramentado con el Día de la Caridad, el día de Cáritas, la caridad de la Iglesia que tiene como misión auxiliar y salir al paso de las necesidades de los que sufren y necesitan nuestra ayuda.
Y en esta semana, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que procesionará también por nuestras calles, desde la iglesia de san Hipólito. La Compañía de Jesús se siente unidísima con esta devoción al Corazón de Cristo, porque ve en ella lo que nos han dicho los Sumos Pontífices tantas veces: “Que es el resumen de toda la doctrina cristiana”.
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