Aurora Toscano es profesora en la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología de la UCO para la obtención de la DECA, en los IES Fidiana y Casiana Muñoz Tuñón y en el Seminario Mayor “San Pelagio”
En los centros andaluces hay un alto porcentaje de matriculaciones en la asignatura de Religión Católica. Supera de media el 70%, ¿qué factores cree que influyen en la alta aceptación de la asignatura por parte de las familias y de los jóvenes?
Teniendo en cuenta que, principalmente, es obra del Espíritu que actúa en las familias, en el alumnado y en el profesorado de Religión, creo que Andalucía es una de las regiones de España donde de forma inalterable, mejor se han mantenido las tradiciones religiosas, señal de una religiosidad popular rica en manifestaciones culturales y artísticas. Todo ello impregna la vida y el sentir de los andaluces de una forma muy especial y facilita la opción por la asignatura de Religión. También hay que resaltar la confianza que los padres tienen en los contenidos y valores que se ofrecen en la asignatura de Religión, perfectamente identificables y que suponen una garantía educativa para las familias.
¿Considera que la materia de Religión y su profesorado tienen el tratamiento que merecen equiparable a las demás materias?
Lamentablemente la asignatura de Religión no goza del mismo tratamiento y consideración, si nos referimos a la situación laboral de su profesorado, tampoco. Comparado con países europeos como Alemania o Austria, estamos aún muy alejados de un tratamiento equiparable. Es cierto que hemos avanzado en los últimos años, gracias a la labor de los obispos en sus diócesis, a la Comisión Episcopal de Educación y Cultura, con Monseñor Carrasco a la cabeza y a la implicación de algunos sindicatos. Pero creo que los prejuicios laicistas y el desconocimiento de lo que es la clase de Religión, incluso por personas que se sienten parte de la Iglesia, son el mayor escollo a la hora de darle un tratamiento digno a la asignatura. En muchos casos se confunde la clase de Religión con una catequesis, cuando el fin el diferente, aunque el mensaje sea similar, quienes sufren de mayor intolerancia, encuentran en este supuesto el motivo perfecto para desacreditar su presencia en la escuela.
¿Qué niño/joven de hoy es el que acude a las clases de Religión?
Aunque son diversas las inquietudes de nuestros alumnos, ya que algunos dejaron de aparecer por la parroquia cuando hicieron la Primera Comunión, creciendo el número de aquellos que no la han recibido, otros siguen asistiendo a catequesis, a grupos de formación juvenil o pertenecen a una cofradía. Todos suelen coincidir en considerar la clase de Religión como un espacio amable, donde se le ofrece el mensaje de amor incondicional de Jesucristo, donde los recursos didácticos son diferentes y atractivos y donde pueden hablar de cosas para las que quizá no haya cabida en otro momento. Un espacio donde sienten que se les trata como a personas únicas: el personalismo cristiano, aunque ellos no lo identifiquen de esa manera, lo experimentan en la clase de Religión.
¿Qué aporta el estudio de esta materia al perfil académico del alumno?
A mi alumnado universitario de Ciencias de la Educación y del Seminario Mayor, siempre les digo que la clase de Religión está sobre dos pilares fundamentales: el conocimiento y la cultura que aporta, es decir, el poder llegar al fondo de una explicación racional y significado sobre la historia, el arte… las manifestaciones espirituales de la humanidad; y que el otro pilar es la gran riqueza del mensaje evangélico, que constituye la formación integral de la persona y que la acompañará durante toda su vida. En conclusión sabemos, como San Pablo, que llevamos un tesoro en vasijas de barro.
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