“Lo que más libera es la fe”

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

La pastoral penitenciaria es la acción de la Iglesia en el ámbito carcelario, al lado de las personas privadas de libertad. Muy cerca de nosotros se eleva toda una ciudad, el recinto penitenciario, con sus propias normas. Allí la población reclusa conserva todos sus derechos, salvo la libertad, hasta cumplir condena. Del cuidado de su dignidad y la llamada perenne a la esperanza, se ocupan cada día más de cuarenta voluntarios y tres sacerdotes. La pastoral penitenciaria hace presente a Cristo resucitado y acerca al recluso a la Palabra de Dios. Un nuevo capellán de la Orden Trinitaria, Sergio García, junto al director del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, José Antonio Rojas Moriana y el párroco de Nuestra Señora de los Ángeles de Alcolea, Rafael Ruiz, se ocupan de hacer presente la paz y serenidad que sólo Dios da, incluso entre rejas

Usted estuvo como capellán nueve años en la prisión de Algeciras. ¿Toda población reclusa se parece entre sí?

Por la situación que tiene Algeciras, allí hay más perfil de personas que están en delitos relacionados con el narcotráfico. El resto de rasgos son comunes.

¿Qué es lo primero que pierde una persona cuando ingresa en prisión?

La libertad. Quitarte la libertad es imposible de imaginar. Tú no puedes decidir a qué hora te acuestas, te levantas, a qué hora comes o si quieres salir de tu habitación. Es otro el que lo impone y es terrible. No podemos imaginar la angustia y la situación que crea de sufrimiento. El saber que te digan, “tu hija está enferma” y el no poder estar con tu hija, supone que esa persona no deje de dar vueltas en su cabeza haciéndose mil preguntas. Perder la libertad es de los mayores castigos que hay.

Ustedes toman contactos a cada día como capellanes con la persona en su intimidad, ¿cómo viven esa cercanía?

Esa es la dureza de enfrentarse también cada día a la falta de libertad.

¿Tiene esperanza la persona que vive en prisión?

Tiene que tener esperanza. Y esto lo repite también mucho el Papa Francisco. La Iglesia tiene la  misión de llevar la esperanza; decirles que no se hundan en sus problemas. Tenemos que trasmitir que si hay una posibilidad: “Vamos, lucha, levántate”.

Aunque a veces lo primero es escuchar porque tienen tanto sentimiento, tanto dolor. Siempre escuchar, porque la misión de la Iglesia es ofrecerle una esperanza. Tienen también mucho sentimiento de culpa y acuden a la confesión. En la Eucaristía siempre hay un sacerdote celebrando y hay otro confesando. Y luego también en la visita a los módulos a veces te lo piden, para hablar más tiempo. Hacemos visitas por los módulos.

¿En qué consiste el trabajo de un capellán de cárcel, como en este caso del recinto penitenciario de Córdoba?

Hacer vida “Estuve en la cárcel y viniste a verme”, que aparece en el Evangelio, Jesús nos dice que allí podemos encontrarlo a Él. Tenemos que ayudar humanamente y espiritualmente  a la persona a llevarla a la reinserción. Es decir, Cristo lo que quiere, la gloria de Dios, es que tú te reinsertes, es que tú vivas con dignidad, es que tú – que has metido la pata-,  pidas perdón, y asumas responsablemente las consecuencias de tu error, pero no te centres en lo que no tienes, sino céntrate en lo que Dios quiere de ti, en lo que Dios espera de ti. Céntrate en tu familia, tus hijos, el trabajo que puedes tener.

¿Existe ese código interno de la cárcel por donde la persona que cumple condena puede llegar a tener una doble penalización, la de la condena legal y la de la mirada de la sociedad? ¿Cómo se gestiona esto?

Esa es la condena de los demás. Se les rechaza a ellos y tiene la etiqueta por ser presos, pero también a la familia que está fuera se le estigmatiza. Nos cuentan que a veces sus madres son víctimas de eso o que le han pegado a mi hijo en el colegio por decir que es hijo de un preso. Ese  estigma social es una doble condena que también les hace sufrir.

Liberar a los cautivos, hacerlos libres conociendo a Jesús es el carisma trinitario, usted es padre trinitario. ¿Cómo afronta este primer 24 de septiembre fiesta de Nuestra Señora de la Merced en Córdoba?

Pues en las manos del Señor, con ilusión, porque aquí en la Pastoral Penitenciaria hay un equipo humano estupendo, con el Padre José Antonio Rojas a la cabeza, también don Rafael Ruíz  y un grupo de voluntarios con mucha ilusión, muchos talleres, muchos proyectos. Nuestra forma de glorificar a Dios Trinidad, es liberar. Y para nosotros eso es Él. Nuestro Jesús rescatado es un Cristo preso. Es que en el rescatado vemos a todos los presos. Yo veo a tantos rostros de personas que atiendo, sufriendo. Cristo acoge el dolor de los presos y cómo Él, también nos envía a liberar.

Ha nombrado usted, en diferentes ocasiones, ese equipo humano, esos voluntarios, ¿qué se ha encontrado aquí cuando ha llegado a la prisión? ¿Con qué número de voluntarios?

Son en torno a 40 con una implicación muy activa. Prácticamente durante toda la semana hay actividades, hay distintos talleres, algunos específicamente más religiosos. Lo que más libera, en eso estamos convencidos, es la fe y es Cristo.

Hay taller bíblico y administramos los sacramentos. Los voluntarios que van a cada módulo y tienen un encuentro semanal con los internos de ese módulo, reflexionan la palabra, reflexionan el Evangelio, ponen su vida a la luz del Evangelio y luego hay implicación de estos voluntarios en talleres más específicos. Por ejemplo, Historia y Arte de Córdoba comenzó la semana pasada y hay apoyo de inglés, de apoyo en los estudios a los que están haciendo bachillerato o en la universidad o para sacarse el carnet de conducir. A veces, hay chavales que pueden tener un futuro laboral con el carnet de conducir, por eso se montó ese taller para que estamos también un poco abiertos a esas necesidades.

Tienen ustedes un programa de actos para conmemorar Nuestra Señora de la Merced, pero también tienen la mirada puesta en el 1 de octubre, cuando hacen el Camino de Santiago. ¿Es algo que ya se ha hecho y que se repite en la diócesis de Córdoba o es la primera vez?

En la diócesis de Córdoba es la primera vez. Es una iniciativa de la Conferencia Episcopal que lanzó con motivo del año Jacobeo. En la Edad Media, algunos presos para redimir su condena, también lo podían hacer haciendo el Camino de Santiago, peregrinando. Tiene un sentido redentor. El camino es como la vida. Ahí también te encuentras los obstáculos, las tendinitis, las ampollas en los pies, pero caminar es tener una meta. Ir a Santiago es como decir, ¿cuál es la meta de tu vida?

Allí el interno descubre cuál es tu meta, tu trabajo, tu familia, qué sueño tiene Dios para ti y lucha por él. El Camino de Santiago es una catequesis estupenda para los internos y una experiencia. Doy gracias al Señor por la recepción tan buena que ha tenido este proyecto que vamos a hacer realidad.

Candidatos habrá muchos, pero ¿Quiénes pueden ir?

Hay que hacer ahí una selección y tienen mucha ilusión. Es muy bonito porque van de prisiones de toda España. Cada uno va por un camino distinto. Solamente la última etapa la hacemos juntos en grupos muy pequeños e internos porque están haciendo un proceso de reinserción. El camino es un aliciente para ese cambio. Y eso que es algo muy positivo.

¿Cuáles son las cifras de las cárceles españolas en cuanto a la asistencia a las personas presas?

Contamos todavía con las cifras del año 2022. En ese momento la pastoral penitenciaria contaban con 2.191 voluntarios y 160 capellanes. Existen en torno a 1065 programas de intervención con los reclusos, 357 del área religiosa, 590 del área social para esa reinserción social y laboral de los internos y 118 del área jurídica. 5.575 personas acudieron a celebraciones religiosas y se gestionaron 8.500 paquetes de ropa. Además la pastoral sostiene 85 casas de acogida y todo esto es un presupuesto de casi tres millones de euros que se le ahorran al Estado.

También la pastoral atiende a las familias de los presos, ¿Cómo se hace?

Buscamos que se cuide esa relación con la familia porque eso es algo que también reinserta al interno, el tener una buena relación. A veces se han roto las relaciones con la familia y han dejado de confiar. Entonces, ahí también mediamos y cuando vemos que esta persona ha cambiado verdaderamente y sus acciones lo demuestran, ayudamos a los familiares para que no se pierda ese contacto porque es sanador y es liberador. Luego hay familias que tienen un contexto tan difícil que ahí,  a veces,  como se le ayuda al interno es que salga de ese contexto.

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