Arístides Bermejo es uno de los voluntarios que se ha viajado a la frontera de Ucrania para ayudar a los refugiados
¿Cómo surgió la idea de viajar a Polonia para ayudar a los afectados por la guerra en Ucrania? ¿Qué papel ha tenido en este viaje la iniciativa parroquial-cofrade?
Los jesuitas nos propusieron, a la Hermandad de la Buena Muerte, hacer una recogida de alimentos y medicinas para Ucrania. Y así estuvimos tres días. Y ahí empecé a pensar que se podía hacer más, y con la llamada de una amiga que estaba buscando como traerse a unos familiares de una señora que cuida a su abuela. Pensamos en el autobús.
En los autobuses en los que hicimos el primer viaje se encontró la financiación rápida. En el segundo ha sido fundamental la involucración de particulares, que han unido esfuerzos y han comunicado a los demás lo que estábamos haciendo y se consiguió el dinero para un tercer autobús.
Has asegurado que has visto “mil miradas en países distintos” pero ¿qué has visto en la mirada de esta gente?
Las miradas de países como India, Etiopía, Camboya, Bolivia, Filipinas, Marruecos… Son miradas de gratitud inmensa ante la ayuda, en estas encuentras el desconsuelo de haberlo perdido todo, dejar atrás maridos, padres, hermanos, abuelos… y destrucción.
Y la mirada es de una mirada ante un futuro incierto.
No es la misma mirada el que recibe sin tener nada antes, al que recibe habiéndolo perdido todo.
¿Qué tipo de ayuda habéis llevado y qué es lo más urgente ahora mismo?
Hemos llevado comida, material sanitario y ropa, que fue la primera llamada desde Ucrania. Actualmente solo medicina y comida. Comida de abrir y comer. Y medicinas ya empiezan hospitales a quedarse sin ningún recurso… y les hace falta casi de todo.
¿Qué ayuda reciben las madres y niños que están llegando a España?
Los refugiados lo primero que tienen que hacer cuando llegan a España, es darse de alta en el sistema de la Policía Nacional, a través de las comisarias. Con la autorización que les facilitan pueden acceder al sistema sanitario y de educación sin coste alguno, así como el derecho a trabajar en nuestro país, durante un año, ampliable a un máximo de tres.
A pesar de estar acostumbrado a realizar misión y estar “donde te necesitan” ¿Qué has encontrado en estas madres y estos niños?
Gratitud, cuando realizas un viaje de 56 horas y convives las 56 horas con ellos, les explicas que ha sido una iniciativa de familias que al ver las imágenes han querido ayudar sin conocer de nada al pueblo ucraniano. Solidariamente han puesto un dinero para poder hacer ese traslado y se ha conseguido sufragar los gastos no solo del bus sino de las comidas durante el traslado. Y ellas se emocionan y dan las gracias… son personas muy educadas y los niños también, en el trayecto el primer día no se oye nada, vienen aun en shock, es a partir del segundo cuando se puede oír alguna sonrisa de un niño, que es ya entonces cuando ha merecido la pena el esfuerzo y es cuando se te calma el alma.
¿Cómo podemos, cada uno desde sus circunstancias personales, ayudar a los damnificados de la guerra? ¿Llega nuestra ayuda?
La ayuda llega. Y doy fe de ello.
Muchos admiran la ayuda de los voluntarios que vamos hasta la frontera, pero mucho más admirable son las familias que acogen en su casa.
No se sabe cuánto tiempo durará el conflicto y la acogida implica una generosidad brutal, ya que compartes tu casa con una familia con otro idioma y otras costumbres.
Pero la pregunta era que ¿Cómo podemos ayudar? Pues con acogida o con recursos hacia esas personas. Hay ya familias que se están uniendo para entre tres o cuatro alquilar un piso y asumen el compromiso de manutención y techo a una familia ucraniana el tiempo que dure el conflicto. Ahora que se lleva tanto lo del crowfunding, vamos a llamarlo “crowfunding de la solidaridad”.
La entrada “La sonrisa de los niños te calma el alma” apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis
