La restauración del Cristo de Medinaceli de Lucena revela su real autoría: el retablista Diego de Ramos a principios del siglo XVIII

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Hasta la fecha, se atribuía la imagen a Muñoz de Toro y Borrego en el ecuador del siglo XIX

La reciente restauración de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli de Lucena ha permitido, además de devolver el esplendor a esta antigua talla, revelar valiosos datos sobre su verdadera historia y autoría, el más destacado que fue creado por el retablista Diego de Ramos a principios del siglo XVIII y no, como se atribuía hasta la fecha, por Pedro Muñoz de Toro y Borrego en el ecuador del siglo XIX.

La Cofradía Franciscana de Pasión presentó el domingo 2 de marzo, en su sede canónica, la Iglesia Conventual Madre de Dios de los RR.PP. Franciscanos, la imagen titular de la misma recién restaurada cuyo complejo proceso de restauración y conservación, iniciado el pasado 15 de noviembre, se ha desarrollado en el taller montillano de los artistas Manuel Espejo Mármol y Miguel Ángel Sánchez Jiménez.

Tradicionalmente atribuida al imaginero lucentino Pedro Muñoz de Toro y Borrego, quien se pensaba que pudo realizarla en el ecuador del siglo XIX, el proceso ha permitido desmentir esta creencia y ha sacado a la luz una cronología mucho más rica y compleja, situando su hechura a comienzos del siglo XVIII.

Proceso de restauración y autoría

La restauración ha permitido subsanar importantes daños estructurales y dotar a la imagen de una nueva peana, corrigiendo su disposición y anclaje sobre ésta. El proceso ha permitido descubrir hasta cuatro polícromías sobre la talla: la original de 1713, la atribuida a Andrés Cordón en 1804, la que realizase Pedro Muñoz de Toro y Borrego en 1840, aproximadamente, y la ejecutada por Manuel Luque Bonillo en 1996.

Además, ha sido posible recuperar su impronta primitiva, profundamente alterada durante una intervención efectuada entre 1995 y 1996. Por su parte, uno de los logros más destacados ha sido la eliminación de la repolicromía  más reciente, dejando al  descubierto la policromía aplicada por Muñoz de Toro en el siglo XIX. El proceso ha posibilitado, además, conocer la existencia de restos de otras dos policromías más antiguas, cuyo estado de conservación no ha posibilitado su recuperación: la original y otra aplicada durante una intervención a comienzos del XIX. Esto queda corroborado con el hallazgo en el interior de la mascarilla de la imagen de dos documentos manuscritos que arrojan nueva luz sobre su verdadera autoría.

Manuscritos encontrados en el interior de la mascarilla

El primero, firmado por Diego de Ramos en 1713, revela que este escultor y retablista granadino afincado en Lucena fue el verdadero autor de la imagen, realizada por encargo de Francisca Rosalía Curado, siendo hermano mayor de la Archicofradía del Carmen, entonces responsable de la imagen, Fernando Recio Chacón.

El segundo documento, fechado en 1804 y firmado por el imaginero lucentino Andrés Cordón, detalla una intervención significativa sobre la imagen, encargada por Francisco Curado y Fajardo. Según los estudios acometidos por los restauradores montilanos, esta intervención de manos de Cordón consistió en el retallado de algunas partes del rostro, la aplicación de ojos de cristal y dientes de marfil, y la aplicación de una nueva policromía, elementos que contribuyeron a la mejora estética de la obra.

Los mismos estudios han demostrado que Pedro Muñoz de Toro intervino la imagen a mediados del siglo XIX, dejando su impronta artística en la policromía algo que, con el paso del tiempo, condujo a la confusión sobre su autoría original.  La falta de documentación  previa  había consolidado esta atribución  errónea, corregida ahora gracias al hallazgo  de estos valiosos escritos.

Ambos documentos han sido  digitalizados y  los originales protegidos para su mejor conservación. Igualmente, se han reintroducido cuidadosamente en el interior de la imagen junto a un nuevo escrito que documenta el proceso de restauración actual, creando así una cápsula del tiempo para las generaciones futuras.

Los trabajos de restauración han incluido un análisis fotográfico documental, limpieza químico- mecánica, la fijación de levantamiento en los estratos con riesgo de desprendimiento, cierre de grietas y fisuras, reintegración volumétrica del soporte, reintegración de la preparación, reintegración de la policromía, protección final, restitución de pestañas postizas de pelo natural, sustitución del sistema de cogida de la corona de espinas y sustitución de la peana. Resaltar que, en todo momento, los criterios de intervención se han regido por la mínima intervención, el máximo respeto a la obra original, la discernibilidad de la intervención y la reversibilidad de materiales.

Breve historia del Cristo de Medinaceli

La imagen, que en sus orígenes representaba a Jesús preso y pertenecía a la Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen, pasó por diversas custodias antes de llegar a su sede actual. Conocida popularmente como ‘El Preso de los Villalta’, por haber sido venerado en el domicilio de la familia Fernández de Villalta, la imagen fue trasladada al convento de Santa Clara y, tras el cierre de este, al convento franciscano donde hoy recibe culto. Desde los años noventa, forma parte de la Cofradía Franciscana de Pasión y procesiona la tarde de cada Lunes Santo.

Próximos cultos a la imagen

El proceso de restauración se ha sufragado, en parte, gracias a la ayuda para la Conservación del Patrimonio Local otorgada por el Ayuntamiento de Lucena y ha permitido no solo devolver la belleza primitiva a la sagrada imagen, sino que también ha recuperado un importante fragmento de la historia patrimonial y espiritual de Lucena.
















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