El obispo de Córdoba bendecirá a los peregrinos junto al Simpecado, a las 19:00 horas, en la Santa Iglesia Catedral
Córdoba tiene un año más la llave de los caminos. La filial comienza hoy su peregrinación hacia la aldea almonteña con casi trescientas personas que van a realizar un camino de nueve días, el más largo de las hermandades andaluzas, hasta llegar a la Blanca Paloma.
Córdoba hoy se tiñe de color para despedir a los rocieros que esta tarde, a las 17:00 horas, partirán desde la Real Iglesia de San Pablo, haciendo una parada en la Santa Iglesia Catedral, donde el obispo de la diócesis cordobesa, monseñor Jesús Fernández, bendecirá el Simpecado y a los peregrinos que emprenden su andadura “con mucha ilusión”, como resalta Guadalupe Grande, en su tercer año ya como Hermana Mayor. “Lo vivo con la misma ilusión y ganas de servir a mi hermandad, a mis hermanos, porque la Virgen nos espera y llegaremos con ilusión a Ella”, asegura Guadalupe, quien se muestra con fuerza para este camino aun sabiendo las altas temperaturas que se prevén para estos días. “Los rocieros siempre tiramos hacia adelante y para mi esto es mi vida entera. He nacido en una familia rociera, mi padre ha estado toda la vida en juntas de gobierno colaborando, mi madre, mi hermana… yo vivo El Rocío los 365 días de año y vivimos trabajando para llegar al encuentro con la Virgen del Rocío el lunes de Pentecostés”, explica.
La hermana mayor invita a todos los cordobeses a vivir este momento “con fe, una fe rociera y sabiendo que somos Iglesia”. Algo en lo que coincide el capellán de camino, Tomás Pajuelo, quien acompañará a la hermandad durante estos días “con muchas ganas”. “Este año, como todos los años, tendremos cada día nuestra oración, el rezo del Ángelus, el Rosario, la Santa Misa y, además, va a haber un día en el que compartiremos un tiempo de catequesis para abordar asuntos sobre la liturgia y las cosas fundamentales de la fe”, subraya Tomás Pajuelo. Para él, convivir con estas casi trescientas personas día a día, confesar, ayudarles y acompañarles es gozoso, porque “aunque El Rocío tiene una primera imagen de “faralaes” por lo flamenco y el cante, detrás hay una peregrinación de casi diez días andando, al sol, sin luz, sin agua, todo según la capacidad de los motores, volviendo al siglo XIX, sin internet casi, y eso te hace encontrarte contigo mismo, te permite compartir y hablar con otras personas y ver la fe de muchas personas que aman profundamente a la Virgen”, explica el consiliario destacando la gran humanidad que existe en el camino y recordando cuántas personas se encomiendan a la Virgen y depositan toda su confianza y necesidades en Ella.
De esta manera, con la ilusión y la fe de la mano, se ponen en camino para vivir un momento fuerte con Dios, a través de la Virgen María.
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