Con este título Manuel Nieto Cumplido, Canónigo Archivero de la Catedral ha ofrecido hoy la tercera ponencia del ciclo de conferencias Clarificar para Comprender.
El acto estuvo presidido por el Sr. Obispo quien tras dar la bienvenida al conferenciante dio paso a José Luís Sánchez, Director de la Cátedra Andaluza para el Diálogo de las Religiones, para presentar al ponente en la tercera jornada de conferencias.
En esta línea de ofrecer una correcta relación entre cristianos y musulmanes, Manuel Nieto Cumplido ha expuesto desde un punto de vista histórico y cultural la evolución de la catedral, antigua mezquita. “Fue basílica de San Vicente, después mezquita y, desde 1236 es catedral de la Diócesis” afirma.
Asimismo, señala que se trata de “un monumento con una sola alma: el helenismo propagado desde el siglo III antes de Cristo” y considerado de igual modo por la UNESCO, a pesar de las advertencias del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) en 1973.
El conjunto monumental de la catedral posee una diversidad que se hace evidente en el tiempo y en el espacio. Como asentamiento primero, se desarrolló en cuatro etapas en época omeya y posteriormente, San Fernando la salvó de la destrucción y pasó a consagrarse como catedral. “Un edificio de difícil comprensión respecto a sus formas y organización, aunque goce de una apariencia unitaria. Sólo si se advierte su auténtica unidad en la diversidad nos encontraremos en condiciones de poder comprender su complejidad”. Esto se traduce en “la lejana pero extraordinaria vinculación con la más importante corriente artística del Mediterráneo desde Siria al cabo de San Vicente, es decir, desde mucho antes del nacimiento del Islam”, concreta el Archivero.
Su unidad radica en la herencia artística de Alejandro Magno desarrollada en la “casa común” (koiné) en la que la lengua, el arte, y el cristianismo crearían formas maravillosas que aún admiran. De las basílicas cristianas, destaca Nieto Cumplido, la antigua mezquita tomó la organización de sus naves, de la arquitectura greco-romana asumió los materiales de acarreo; y del arte bizantino, la belleza y la exquisitez de su ornamento. Con todo esto concluye: no hay edificio en Occidente que se le iguale.
