El pasado sábado numerosos fieles se congregaron en el templo mayor de la Diócesis para dar gracias a Dios por las vocaciones a la vida consagrada.
La Jornada Mundial para la Vida Consagrada se celebró el pasado sábado, con una Eucaristía en la Catedral. Esta celebración reunió tanto a los religiosos consagrados de la Diócesis como a muchos fieles que se unieron para dar gracias a Dios por estas vocaciones.
Este año el lema de la jornada ha sido «Signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo» y se contextualiza en el Año de la Fe, por lo que el Papa Benedicto XVI explicando el sentido de esta frase extraída de la carta apostólica Porta Fidei, afirma: «Los religiosos y religiosas, las vírgenes consagradas, los miembros de los institutos seculares y las sociedades de vida apostólica, los monjes y monjas de vida contemplativa, y todos cuantos han sido llamados a una nueva forma de consagración, hacen del misterio pascual la razón misma de su ser y su quehacer en la Iglesia y para el mundo. Ellos y ellas, con su vida y misión, son en esta sociedad tantas veces desierta de amor, signo vivo de la ternura de Dios».