«Al trasluz» invita a contemplar las comunidades de cada Congregación y a orar por todos los consagrados y consagradas
Celebramos este fin de semana la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, con el lema “Peregrinos y sembradores de esperanza”, que pone de relieve el compromiso de ofrecer al mundo puentes de diálogo y reconciliación. Una Jornada perfumada por el aroma de la Presentación del Señor en el Templo, con la presencia de Simeón y Ana, que forman parte de los “anawim” o “pobres de Yahveh”, aquellos que saben que la “salvación sólo puede venir de Dios, que sólo Dios es la verdadera riqueza, y así lo esperan”. Esta Jornada se nos presenta siempre como una invitación a contemplar conventos y monasterios, las comunidades de cada Congregación que, según su fuerza carismática, viven y predican en el peregrinar de sus miembros. Tres mensajes para nuestra reflexión y oración.
Primero, el del papa Francisco, en sus palabras a los consagrados: “¡Espero que despertéis al mundo, porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía!”.
Segundo, el de nuestro delegado episcopal para la Vida Consagrada, Joaquín Pérez: “Porque los consagrados, como todos los bautizados, se reconocen ciudadanos de la ciudad celeste: hacia ella se dirigen y ella misma es anticipada en su peregrinación”.
Tercero, el breve mensaje de una religiosa jerónima, Madre Maria Gracia, que transmite siempre a las personas que la visitan estas palabras: “Hagamos nuestra vida sencilla y caminemos al paso de Dios”.
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