Eneko Vadillo, ganador del I Concurso Internacional de composición de música sacra en el marco del Congreso y Exposición “Símbolo: luz de Nicea”
El malagueño Eneko Vadillo ha sido el ganador del I Concurso Internacional de composición de música sacra organizado por la diócesis de Córdoba con motivo del Congreso y Exposición “Símbolo: luz de Nicea”. La fase final del Concurso tuvo lugar el viernes, 27 de junio, en la Santa Iglesia Catedral. Las obras fueron interpretadas por la Orquesta de Córdoba y el Coro de la Santa Iglesia Catedral.
¿Cómo ha sido el proceso creativo para crear la composición ganadora del I Concurso de Música Sacra Obispo Osio?
Como cualquier obra que uno se platee de manera seria, ha sido dificultoso, porque afrontar el texto del Credo desde un punto de vista actual implicaba considerar la tradición de música sacra con todas las maravillas que se han hecho dentro del lenguaje tradicional e intentar unificar la emoción que nos produce la escucha de las melodías sublimes, gloriosas, trágicas pero reconsideradas con un lenguaje actual, intentando aplicar aquello bueno que se ha hecho en los últimos 100 años, sobre todo dentro de mi estilo de composición, que puedo decir a mi edad que tengo un lenguaje unificado y propio.
¿Cómo valoras la experiencia de que la interpretar tu música en la Mezquita Catedral de Córdoba?
Ha sido sublime. La experiencia se queda para el resto de mi vida y para la de los cuatro finalistas. Fue un momento único, de los que marcan.
¿Cómo ha sido el acercamiento artístico al Credo de Nicea? ¿Cómo ha vivido esta creación?
El Credo tiene una serie de connotaciones que tienen ser reflejadas en música, el texto no puede ser planteado en abstracto. Si se habla de la omnipotencia de Dios, de la crucifixión o de la resurrección hay que usar herramientas que reflejen este texto, utilizando retóricas renacentistas-barrocas pero aplicadas con procedimientos actuales. Planteé que elementos ricos que aportasen algo distinto a la música sacra podían tener alguna consideración plástico retórica, es decir, que te creas lo que se está cantando e interpretando la orquesta en relación a lo que dice el texto. Por eso, separé el Credo en dos partes, por un lado la omnipotencia, con una serie de quintas poderosas en acordes de doce sonidos que reflejan el poder omnipotente del universo, y por otro, la resurrección, donde se para el tiempo literalmente y se vuelve a retomar la energía progresivamente hasta un clímax final. La resurrección no deja de ser una manera de entender la vida como una energía infinita, que permanece hasta el fin de los tiempos.
¿Ha sido difícil acercarse a la música sacra?
Acercarse a la música sacra siempre es difícil porque la tradición nos ha dictado que tenía que ser hecha de una manera muy concreta y con unos códigos muy concretos. He intentado reconsiderarlos sin irme a lo contrario. Para reflejar la omnipotencia, la crucifixión, la melancolía, la resurrección, la emotividad y la ternura la música no puede estar hecha en abstracto, tiene que haber elementos para que te lo creas musicalmente. Lo que no he hecho es recurrir a tópicos.
Eneko Vadillo estudió piano, composición y dirección de orquesta en el conservatorio superior de música de Málaga y Superior de Música de Madrid, dos masters en composición y composición para medios audiovisuales por el Royal college of music, en Londres, cursos de formación especializada en el extranjero y el Doctorado en Historia y Ciencias de la música por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene publicados varios artículos de investigación en el ámbito de la musicología analítica científica y ha impartido innumerables clases magistrales y conferencias sobre la relación entre tecnología y música.
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