El Obispo Electo de Guadix, Francisco Jesús Orozco Mengíbar, dedica una misiva en la que expresa su gratitud por 24 años de sacerdocio.
A MI DIÓCESIS DE CÓRDOBA
En estos momentos en que La Santa Sede acaba de hacer público que nuestro Santo Padre Francisco , a fin de proveer el gobierno pastoral de la diócesis de Guadix, se ha dignado nombrarme Obispo de esa sede, mis primeras palabras y mi corazón se elevan al Señor en acción de gracias.
Quiero renovar mi confianza en Cristo que sigue pronunciando hoy, fijando sus ojos en mí, aquel “Sígueme” que hizo nacer a la Iglesia y que la sigue llenando de su presencia cercana y salvífica. Y ante mi barro indigno que el Señor, como en la primera Creación, quiere seguir modelando con sus propias manos, vuelvo a ser consciente del protagonismo del Señor y de su Misericordia en mi existencia: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”, o como canta el salmo 115 , “ No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu amor, por tu verdad.” Como decía nuestro Santo Doctor Juan de Ávila : “Demos a Dios la gloria del Señor sabedor de todo y obrador de todo lo bueno. Y hagamos todo lo que de nuestra parte fuera con toda diligencia, y muy cumplidamente.”
Agradezco al Santo Padre la confianza que me ha dispensado al elegirme para este ministerio y quiero expresarle públicamente mi más firme adhesión a su persona y a su doctrina como Vicario de Cristo. Que mi novel ministerio episcopal, unido al del primero de los Apóstoles y al colegio apostólico sea expresión de la comunión querida por Cristo y en la que podamos seguir profesando juntos nuestra fe: “ Creo en Dios Padre , Creo en Jesucristo, Creo en el Espíritu Santo, creo en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica”.
A esta Iglesia de Córdoba le debo todo. En ella, el Señor no ha dejado de darme su Vida y su Misericordia, desde que tome conciencia del regalo de la fe en mis años de monaguillo. Después de casi 24 años de ministerio sacerdotal, siendo muy feliz en mi diócesis, ahora el Señor quiere dirigir la barca a otros mares que no dejan de llevar al mismo océano.
Con temor pero con alegría, reclinando mi vida a su voluntad, quiero, a pesar de mis muchas limitaciones, seguir diciendo “sí» al Señor. Quiero dar las gracias a tantas buenas personas de fe que han sido para mí verdaderos iconos de la presencia de Cristo en mi vida. El Seminario Mayor de San Pelagio y quienes fueron mis formadores, mis hermanos sacerdotes, algunos ya en la casa del Padre, con los que he compartido esta apasionante aventura de la vocación sacerdotal, consagrados, los buenos laicos con los que durante todos estos años en los diferentes destinos he podido vivir la fe en la Iglesia y crecer en el Señor, amigos de la curia, delegados episcopales y directores de secretariados. Gracias por vuestra entrega y por haber hecho posible que mi sacerdocio este lleno de ilusión y de dinamismo.
Gracias a los Obispos ligados a mi sacerdocio: D. José Antonio, el Obispo que me ordenó sacerdote, D. Javier que me encargo servir a los jóvenes como delegado de juventud y me envió a ampliar estudios a Roma; D. Juan José que me inició en la tareas del gobierno de la Diócesis en la vicaria de la Campiña y me incorporo al clero catedralicio. Hoy, sobretodo, doy gracias a nuestro Obispo D. Demetrio que me hizo colaborador muy cercano a su ministerio nombrándome vicario general. He trabajado mucho y aprendido mucho más. Como dijera en Evangelii nuntiandi el recién canonizado Pablo VI, un testigo es escuchado más que un maestro. En él siempre he encontrado un Padre, un espejo en el que vivir mi vida sacerdotal con aquellas palabras de San Pablo: “Muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente por vuestras almas”. Sabéis que no exagero destacando su entrega plena, su servicio incondicional a la Iglesia de Córdoba , su magisterio nítido en las fuentes seguras y su claridad para mostrar y animar a vivir una clara identidad eclesial. Gracias, querido Sr. Obispo por la cercanía y confianza con la que siempre me ha distinguido. Gracias por la ilusión, alegría y ayuda en estos días “diferentes” para mí desde que conocí mi nombramiento episcopal. En nuestro Obispo siempre he tenido y espero encontrar las orientaciones y consejos sabios de un padre. Qué el Señor me conceda gastar mi vida como lo he visto y veo hacer a usted.
Que la Virgen Santísima de la Fuensanta y nuestro custodio San Rafael, protejan el ministerio que iniciaré muy pronto en la Diócesis accitana. Os pido a todos los fieles y amigos de Córdoba que recéis por mí en este tiempo de preparación para recibir la ordenación episcopal, que se celebrará (D.m.) el sábado 22 de diciembre en la Santa Iglesia Catedral de Guadix.
¡Gracias!
Córdoba, 30 de octubre de 2018
Francisco Jesús Orozco Mengíbar
Obispo electo de Guadix