“Hay que regresar a lo esencial: al arte de acompañar”

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

José Manuel Domínguez Prieto es el Director del Instituto da Familia. Mañana estará en Córdoba, encargado de la ponencia inaugural del encuentro Familia-Parroquia –Escuela.

José Manuel Domínguez Prieto es el responsable de la ponencia inicial del encuentro diocesano Familia-Escuela-Parroquia que reúne mañana a padres, catequistas y educadores para abordar el reto de educar entre todos. El título de la conferencia es todo un lema: Te quiero Escuchar. Una invitación a la que apetece quedarse.

-¿Qué reforma considera más urgente en la educación?

La toma de conciencia de que la educación es, sobre todo, un acontecimiento personal de encuentro entre profesor y alumno. Por tanto, no se trata básicamente de pedagogías, de utilizar medios tecnológicos, de transmisión de información o de adiestramiento para que los alumnos entren con ventaja en el mercado laboral. Hay que regresar a lo esencial: al arte de acompañar, al arte de preguntar, al arte de escuchar para promocionar la plenitud de la persona del alumno y del docente-

-Usted propone la educación a través de la experiencia personal del docente, del maestro ¿es esta una exigencia real del actual sistema educativo para los profesionales?

Los griegos distinguían entre varios niveles de conocimiento:

Techné, que consistía en saber hacer. Es lo que luego se han llamado las ‘artes’ …
Episteme, que consistía en conocer las verdades y los principios que explican la realidad. Es lo que hoy denominamos ciencia.
Sophía, que trataba de la auténtica sabiduría, la propia del santo, del auténtico filósofo, de la persona madura. Y este saber implica: Saber el para qué de las cosas, saber vivir (estilo de vida). Y saber para qué vivir (sentido de la vida).
Lo que le pide hoy el sistema educativo a los docentes son los dos primeros niveles. Pero el que hace pleno al alumno es el tercero. Este es el que hay que recuperar.

-Los padres nos empeñamos en los resultados de la educación a corto plazo (no solo en cuanto a rendimiento académico), ¿nos rendimos muy rápido?

Los resultados de la educación no se miden por las notas de cada curso. Se trata de algo más global. Muchos niños, en los que sus padres alentaron la estimulación precoz haciéndose la ilusión de que eran unos genios porque se sabían todas las capitales de Europa o todos los presidentes de Estados Unidos, luego son unos auténticos inadaptados sociales y carentes de habilidades sociales. El crecimiento de las personas se promueve como se cocinan los mejores platos: a fuego lento. Por eso, no se puede juzgar lo que una persona puede dar de sí por mejores o peores notas en una evaluación o en un curso. Incluso está demostrado que las mejores calificaciones en la ESO y bachillerato sólo aseguran en un 20% el éxito académico y profesional posterior. El resto depende de la madurez afectiva, de contar con un entorno comunitario adecuado y de descubrir un sentido en la vida. Por tanto, paciencia: cada niño florece a su tiempo.

– Padres y madres trabajamos, el encuentro familiar no siempre es armonioso, ¿qué lugar debe ocupar el humor en la educación de los hijos?

El humor es un recurso esencial en el acompañamiento de hijos y alumnos, pues permite relativizar lo relativo, desdramatizar las dificultades, poder hacer correcciones no hirientes o empezar conversaciones difíciles.

– “Papá: tengo dos noticias que darte, una buena y una mala.

– Hijo, dame sólo la buena. Estoy harto de malas noticias.

– Perfecto papá: ¡El airbag del coche funciona de maravilla!”

El humor es una virtud, que permite tomar distancia de las cosas afrontándolas desde una perspectiva nueva. Permite contarme las cosas de siempre desde una perspectiva que le quita hierro:

– ¡Me tienes harta, Luis… ¡solo piensas en comer!

– ¿A qué te refieres croquetamente?

-¿Considera que los padres son los únicos agentes en la transmisión de la fe?

Lo ideal sería que los padres fuesen los primeros transmisores de la fe a través de su testimonio: orando en casa, leyendo el Evangelio, yendo juntos a Misa, viviendo explícitamente en clave cristiana. Pero no son los únicos. En un colegio católico, también los profesores, cada uno de ellos, puede ser testigo del Evangelio y, en algún momento, hacer el anuncio de lo esencial del Reino. Y en las parroquias, a través de grupos y actividades, se debe verificar a través de experiencias lo vivido en casa.

Tengo que decir que la expresión ‘agente de transmisión de la fe’ me resulta un poco rara. Me suena a agente inmobiliario o agente de ventas. En realidad, mejor habría que decir que los padres, profesores, sacerdotes, y todo creyente están llamados a ser testigos de Jesucristo, vivo y resucitado.

-¿Qué se puede exigir a un educador católico?

Más que plantearlo en clave de ‘exigencia’ yo diría que si un educador es católico, si vive su vida desde el acontecimiento de su encuentro con Cristo y hace experiencia de su fe comunitariamente, esto es, eclesialmente, de modo natural será testigo de Cristo ante sus alumnos, les anunciará explícitamente a Cristo, les acompañará en su crecimiento integral y será capaz de sanar sus heridas. Para esto, el educador ha de ser orante, pertenecer a una comunidad creyente y no dejar de formarse. ¿Cómo es posible que a formarnos en la profesión dediquemos al menos cuatro años y a formarnos en la fe no dedicamos nada? ¿Cómo se puede sostener un católico sin oración, sin comunidad, sin encuentro con Cristo en la Eucaristía?

-¿Los profesores han renunciado a la creatividad ante la presión administrativa?

En general, me parece admirable la tarea de los profesores. En realidad, más que dejar de ser creativos, que muchos lo siguen siendo, es cierto que el sistema les somete a una avalancha de informes, evaluaciones, estándares, programaciones… pudiendo perderse el horizonte del acontecimiento del encuentro con el alumno.

– Las nuevas tecnologías representan un peligro para la comunicación familiar, ¿qué debe hacer un padre para favorecer un buen uso de la tecnología?

El 14 % de los niños y jóvenes españoles son literalmente adictos a las nuevas tecnologías, con los mismos síntomas psicológicos que las adicciones con substancia. El 80% de los niños y jóvenes han perdido capacidad lectora por el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías a diario. El 35 %de los niños y jóvenes tienen más relaciones por las redes sociales que en directo, con merma de las habilidades sociales. El 80% de los diagnósticos de hiperactividad tiene que ver con el exceso de horas de nuevas tecnologías. El uso de multimedia índice en un 20% menos de asimilación cognitiva. Dado que ya se ha comprobado que las tecnologías no son inocuas, ¿podrán permanecer los padres en el limbo de la ignorancia? ¿No tendrán que poner los mismos límites que ponen en otros aspectos de la vida a sus hijos? Creo que más que nativos digitales nuestros hijos son huérfanos digitales porque, en general, hemos dimitido de educarles en el uso limitado e inteligente de las nuevas tecnologías.

Xosé Manuel Domínguez Prieto

Director del Instituto da Familia

www.institutodafamilia.es

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