Todas las despedidas son tristes. Lo fue la despedida de Jesús cuando dejó a sus amigos, aunque se quedó con nosotros para siempre en la Eucaristía, en su Iglesia. También a mí me llega el momento de deciros adiós, hasta siempre, querida diócesis de Córdoba.
Lo hago de manera simbólica en esta celebración del sacramento del Orden, ordenando 4 nuevos diáconos para la diócesis de Córdoba. En su día serán ordenados presbíteros por el nuevo obispo de Córdoba, D. Jesús Fernández, por el que rezamos estos días y con su toma de posesión recordaremos en adelante en la oración de la Misa cada día.
Para resumir todo lo vivido, que es muchísimo, os diría: continuad promoviendo las vocaciones sacerdotales. No hago de menos a la promoción de vocaciones laicales, de vocaciones al matrimonio cristiano, que constituyen familias cristianas, de donde brota todo, a la presencia de los laicos en la vida pública y en todos los estratos de la vida social. Gracias a tantos laicos que sois un precioso tesoro en la vida de la iglesia diocesana.
Como son también necesarias las vocaciones a la vida consagrada, a la vida contemplativa y a la vida apostólica en los distintos campos donde trabajan. Gracias, queridos religiosos y religiosas y toda forma de vida consagrada por vuestra total entrega a la Iglesia y a tantos campos de apostolado. Os dedico a todos el premio reciente que la Asociación Declausura acaba de concederme por ser promotor de la vida contemplativa en nuestra diócesis.
Pero permitidme que insista en la promoción de vocaciones al sacerdocio ministerial. Si tenemos sacerdotes, tendremos laicos y tendremos vida consagrada. Si no tenemos sacerdotes, no hay Iglesia. Si tenemos pocos sacerdotes, tendremos una vida eclesial lánguida y en trance de apagarse. Si tenemos muchos y santos sacerdotes, tendremos una vida eclesial viva, pujante, con capacidad de renovación constante. Orad por las vocaciones al sacerdocio: Señor, concede en nuestra familia alguna vocación sacerdotal, en nuestros hijos, en nuestros nietos. Que para toda familia sea un gran regalo recibir este don del Señor para su Iglesia.
Esta es la razón por la que en este IV domingo de Pascua, domingo del buen Pastor, Jornada mundial de las vocaciones, tenemos ordenaciones diaconales. Previendo que por estas fechas terminaría mi servicio pastoral a la diócesis de Córdoba, programé hace ya varios meses esta ordenación, que me sirve de despedida.
Para un obispo, lo más grande que puede hacer en su vida es la de imponer las manos a jóvenes llamados por el Señor, y transmitirles el poder recibido de Cristo y de los Apóstoles para el servicio de la Iglesia, a fin de que puedan llevar a los hombres la presencia de Cristo de tantas maneras, especialmente en los sacramentos, en la Palabra y en la Eucarsitía. Así termina mi etapa de obispo de Córdoba, ordenando a estos 4 diáconos, que serán ordenados pronto presbíteros para hacer presente a Cristo Cabeza, buen Pastor, Esposo y Siervo de su Iglesia. Con estos son más de 70 sacerdotes los que Dios nos ha regalado a la diócesis de Córdoba por mis manos episcopales.
En una dedicatoria que D. Gaspar me hizo por escrito cuando cumplió sus 90 años (hace ya casi 5 años), me decía: “Benditas manos, que hacen sacerdotes. Gracias, Sr. Obispo”. Pues con eso me quedo.
Que San Juan de Ávila en cuya fiesta anual nos encontramos estos días siga bendiciendo a nuestra diócesis con abundantes vocaciones sacerdotales, que nos den muchos y santos sacerdotes para nuestra diócesis de Córdoba y para la Iglesia universal.
Recibid mi afecto y mi bendición, ahora y siempre.
+ Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba, administrador apostólico
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