El Santo Padre declaró, a las 9:57 del día 7 de octubre de 2012, a San Juan de Ávila Doctor de la Iglesia Universal.
Ante más de veinticinco mil fieles y unos cuatrocientos obispos, la plaza de San Pedro fue testigo de un acontecimiento «esperado desde hace siglos», según afirmaba don Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba.
Al comienzo de la Eucaristía de apertura del Sínodo de los Obispos, dedicado a la Nueva Evangelización, el Santo Padre proclamó a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen como Doctores de la Iglesia.
La celebración se inició a las 9:30 horas, presidida por Benedicto XVI y concelebrada por lo Padres Sinodales y los Obispos de las Conferencias Episcopales española y alemana, países de los santos proclamados doctores.
La postuladora de la Causa de San Juan de Ávila, María Encarnación González, relató ante el Pontífice la vida del Maestro, indicando que el Santo Maestro, trigésimo cuarto doctorado de la historia de la Iglesia, ha pasado varios exámenes en los que ha obtenido «matrícula de honor» y la aprobación unánime de la sesión plenaria de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano. Asimismo, manifestó que «su vida, su obra, su ejemplo de Santidad y en definitiva su historia, han hecho que el Santo sea un Doctor para la Nueva Evangelización».
Acto seguido, presentaron a Santa Hildegarda de Bingen y el Cardenal Prefecto pidió al Santo Padre que ambos fueran nombrados Doctores de la Iglesia. Fue entonces cuando Benedicto XVI proclamó a este sacerdote diocesano y a la religiosa alemana, Doctores de la Iglesia Universal. Con ellos, son treinta y cinco los doctores, convirtiéndose Juan de Ávila en el cuarto español declarado junto con San Isidoro de Sevilla, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
PALABRAS DEL PAPA SOBRE JUAN DE ÁVILA
El Santo Padrecentró sus palabras durante la celebración Eucarística en la Apertura del Sínodo dedicado a la Nueva Evangelización (que se prolongará hasta el 27 de octubre), sin olvidar el próximo Año de la Fe. Al hilo de la necesidad de retomar la Misión ad gentes, Benedicto XVI destacó del Maestro Ávila su «ardiente espíritu misionero», basado en que era un «hombre de Dios de continua oración». El Papa no dejó atrás en su alabanza al sacerdote cordobés su empeño «en la formación especialmente de los sacerdotes, con el fin de renovar la Iglesia».
En otro orden de cosas, pidió que este año sirva para profundizar en nuestra fe, así como para reflexionar sobre la Nueva Evangelización porque «la Iglesia existe para evangelizar».
Centrándose en el matrimonio y concibiendo a este como algo esencial en la vida de la Iglesia, el Papa recordó que la relación matrimonial fue voluntad y misericordia de Cristo que quiso devolverle un carácter indisoluble y hacer de ella un símbolo o sacramento de su propia entrega por la humanidad. En otras palabras, instó a que el matrimonio encuentre su plenitud y sea una verdadera alianza de comunión íntima, donde una pareja se comprometa a amar a su mujer o a su marido como Cristo mismo ama a su Iglesia.
Finalmente, el Pontífice invitó a todos los presentes a rezar el Santo Rosario, sobre todo en este mes dedicado a la Virgen María.