En la víspera de su fiesta, la Virgen procesionó desde la Catedral hasta su santuario.
En la festividad de la natividad de la Virgen María, Córdoba ha celebrado también la fiesta de la patrona de la ciudad: la Virgen de la Fuensanta. Los actos comenzaron en la víspera de su fiesta, con la celebración de la eucaristía en la Catedral presidida por el Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández. Ante la imagen de la patrona, numerosos fieles y representantes de las hermandades y cofradías de la ciudad, el prelado resaltó en su homilía que «en la fiesta de la Virgen sentimos la alegría cristiana que brota desde que somos niños». Y explicó que «la belleza de María está en que su alma es toda pura». Asimismo, invitó a los presentes a acudir a ella todos los días en nuestra oración y deseó «que esta protección maternal llegue a todos los hogares cordobeses de tanta gente que sufre».
Tras la santa misa, se puso en marcha el cortejo procesional que acompañó a la Virgen de la Fuensanta de regreso a su santuario para que al día siguiente cientos de devotos pudieran saludar a la Virgen en su casa.
Y en el día de su fiesta, el santuario ha acogido la celebración de la eucaristía también presidida por el prelado cordobés y concelebrada por el Cabildo Catedral. Una fiesta en la que los feligreses han abarrotado el templo para poner a los pies de Ntra. Sra., bajo la advocación de la Fuensanta, sus plegarias. Don Demetrio Fernández ha felicitado en su homilía a las autoridades civiles de la ciudad que han hecho que poco a poco «esta fiesta sea cada vez más de la Virgen».
También ha invitado a la asamblea a «ver con los ojos de María a todos sus hijos del mundo entero y muchos de ellos que sufren por ser cristianos, incluso algunos siendo martirizados», ha indicado el Obispo, haciendo referencia a un grupo de seminaristas iraquíes que visitaron la diócesis de Córdoba durante la Jornada Mundial de la Juventud del 2011.