La fecha del 25 de marzo señala los nueve meses antes del nacimiento de Jesús, que celebraremos el 25 de diciembre. Es, por tanto, el día en que fue engendrado en el seno de María virgen, por obra del Espíritu Santo. En nuestras latitudes, al comienzo de la primavera, una nueva vida ha brotado en la historia de la humanidad. No es una vida cualquiera, sino la vida que constituye el centro de la historia humana, que divide la historia en un antes y un después, antes de Cristo y después de Cristo.
La persona que viene al mundo ya existía desde siempre. Es Dios con el Padre y el Espíritu Santo. Es una persona divina, la segunda persona de la Trinidad. Y esa persona divina toma una naturaleza humana como la nuestra y se hace hombre, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. A partir de ese momento, el que era Dios sin dejar de ser Dios, se hace hombre. Es Dios verdadero y hombre verdadero.
Este es el misterio de la Encarnación del Verbo, que se ha realizado misteriosamente en el seno virginal de una mujer, María santísima. Adorémosle. Dejemos que entre en nuestra vida, acojámoslo en nuestro corazón, como lo haremos en la Navidad. Se trata de un misterio escondido, que sólo María vivió en su intimidad, y del que ella ha hablado más tarde a los apóstoles. La página del Evangelio de san Lucas es uno de los relatos más bellos de todo el Nuevo Testamento y de toda la Biblia, y se nos presenta en esta fiesta como evangelio del día. Meditémoslo.
Es fiesta del Señor y es fiesta de María, porque uno y otro van juntos siempre. Es la fiesta de la Encarnación del Verbo y es la fiesta de la Anunciación del ángel a María. Son perspectivas complementarias. En el silencio de Nazaret, vino el ángel a la llena de gracia para anunciarle este gran acontecimiento que ha cambiado la historia de la humanidad, y pedirle a María su consentimiento. Gran regalo de Dios a los hombres y respuesta generosa de un corazón humano materno, que acoge el misterio y lo hace fructificar. Gracia y mérito, don de Dios y libertad humana. Todo culmina en el “hágase en mí según tu Palabra”, y el Verbo se hizo carne, que al entrar en este mundo dice: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Junto al misterio de la Encarnación y del hágase de María, está el misterio de la vida. Y en este día tenemos la Jornada por la Vida, con el lema “Contigo por la vida, siempre”. Por la vida, ya desde el comienzo de la misma. Continúa el chorro de abortos a diario en nuestro entorno. Se subraya el derecho de la madre a eliminar a su hijo en el seno materno y no se tiene en cuenta el derecho del que va a nacer; la vida se desprecia y se elimina violentamente, hasta llegar a considerarlo un derecho progresista. No puede haber progreso cuando incluye la matanza de miles, de millones de inocentes. Estemos atentos y salgamos al encuentro de personas tentadas al aborto. Es una profunda desgracia de nuestro tiempo.
La vida de tantos refugiados e inmigrantes, que está en peligro, y muchos de ellos la pierden en el intento de alcanzar un lugar donde poder sobrevivir. No nos acostumbremos a estas noticias que nos llegan a diario. O el número de suicidios en nuestro contexto, y de suicidios jóvenes, que ha crecido exponencialmente en los últimos años. Tengamos presente la vida de tantas personas en su etapa final, para las que no hay cuidados paliativos, sino eliminación por la vía de la eutanasia legal. Contigo por la vida siempre, quiere recordarnos que la vida es un don de Dios en toda circunstancia. Pero el hombre es capaz de amar la vida si admite a Dios en su vida. Si no cuenta con Dios, la vida propia y ajena se degrada y de devalúa. El Verbo hecho carne nos hace valorar la vida humana., celebremos esta fiesta de la vida.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
La entrada El Verbo se hizo carne… y habitó entre nosotros apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis