“El Seminario fue para Córdoba uno de sus pulmones culturales y académicos”

Diócesis de Córdoba
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Pedro Cabello, presenta su libro La Córdoba del Seminario. El Seminario Conciliar de San Pelagio en la prensa local cordobesa (1850-1939). El sacerdote y vicerrector del Seminario Conciliar “San Pelagio” ha hecho un trabajo de investigación sobre la prensa de la época, cuyo resultado revela la importancia de la institución para la vida litúrgica, intelectual y cultural de Córdoba. Grandes humanistas, políticos y personalidades, se han formado en el Seminario a lo largo de sus 435 años.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

R: Puedo decir que se trata de algo accidental. Yo no soy historiador, sino biblista… pero tengo un defecto: soy una hormiguita que cuando se encuentra una vereda no termina hasta que no llega al final. ¡En esto soy un obsesivo “de libro”! En el mes de abril, mientras organizaba y clasificaba el archivo del Seminario, me encontré casualmente con una página web del Ministerio de Cultura y descubrí que habían digitalizado miles de periódicos cordobeses (Diario de Córdoba, El Defensor, La Voz y otros muchos). La Biblioteca Virtual de Prensa histórica, que así se llama la web, tenía un potente buscador y, ni corto ni perezoso, se me ocurrió poner “Seminario San Pelagio”. Las entradas que aparecieron fueron 27.150. No podía creer que nuestro Seminario diera tantas noticias como para aparecer con esa frecuencia en los periódicos. Curioseando las distintas entradas no podía salir de mi asombro: el Seminario de Córdoba era noticia casi todas las semanas. Sus actividades, su vida académica, su relación con otras instituciones civiles y eclesiásticas, sus miembros eran objeto frecuente de información en la prensa local. ¡Noticias desde las más sublimes hasta las más cotidianas! Me puse a transcribir algunas de ellas casi como un pasatiempo antes de dormir. Cada día comentaba un nuevo descubrimiento, a cada cual más curioso. El equipo de formadores me sugirió que presentara todas estas noticias en la conferencia inaugural del curso y gustosamente acepté. Pero lo que comenzó siendo casi un juego empezó a crecer hasta convertirse en un libro de 425 páginas. No se trata de una historia del Seminario —como he dicho no soy historiador—, sino una compilación de noticias referidas al Seminario y ordenadas por temas de modo que un historiador pueda tener de primera mano noticias y datos que le faciliten y animen a la investigación.

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención del análisis previo a la redacción?

Sin duda, como he dicho antes, me ha llamado mucho la atención que el Seminario fuera noticia tan frecuentemente, lo cual indica su importancia en la vida social, cultural y religiosa de Córdoba en el periodo que he estudiado. He descubierto historias apasionantes: cómo el Seminario fue una casa de puertas abiertas en diversos momentos delicados de la historia de Córdoba (hospital de sangre en varias contiendas, albergue ocasional para decenas de damnificados de las frecuentes inundaciones del Campo de la Verdad), lugar de visita de personajes insignes como la Reina Victoria Eugenia, San Antonio María Claret o el beato Marcelo Spínola, cuna de santos y beatos (además del beato José María Peris Polo, mártir de la persecución religiosa de 1936 del que ya teníamos conocimiento, hemos identificado tres mártires más ya beatificados que fueron rectores o formadores del Seminario: Lorenzo Insa, José Claramonte y Raimundo Castaño). Sin duda, cada noticia que iba encontrando añadía una nueva sorpresa, un nuevo dato curioso o interesante que me invitaba a seguir buscando más en la hemeroteca.

¿Por qué has elegido las fechas entre 1850 y 1939?

El primer periódico de Córdoba digitalizado —Diario de Córdoba— nació en 1850 siendo el decano de la prensa local. Luego vendrían otros como La Crónica de Córdoba, La Voz de Córdoba o El Defensor que prolongarían su existencia hasta final de la guerra civil. La mayoría de estos periódicos eran independientes, otros pertenecían a la conocida como “buena prensa” de clara inspiración católica. Al final de la guerra civil, en 1939, el periódico Azul (órgano de la Falange) asumió todo el protagonismo cerrando el resto de diarios locales. Las fechas de inicio y término del estudio me venían ya bien definidas.

¿Qué nos puedes decir de los intelectuales formados en el Seminario?

El Seminario fue para Córdoba uno de sus pulmones culturales y académicos, junto al Instituto provincial, antes Colegio de la Asunción, y el Instituto Aguilar y Esclava de Cabra. Llegó a convertirse, por méritos propios, en un lugar de referencia por su altura y solidez intelectual ampliamente reconocida. Muchos intelectuales cordobeses se formaron en el Seminario recibiendo sus primeros estudios de humanidades y latín: Ramírez de las Casas-Deza, Amador de los Ríos, Pavón López, Gutiérrez de los Ríos, Rey Heredia, Redel y Aguilar, Conde y Luque. Me he asomado a la biografía de muchos de estos personajes ilustres que apenas conocía y que dan nombre a muchas de nuestras calles más castizas. No podía pensar que habían sido alumnos del Seminario. Todos ellos, tras un periodo de discernimiento, dejaron el Seminario y siguieron diversos caminos como abogados, filósofos, historiadores, escritores, poetas, políticos… Muchos de ellos guardaron un excelente recuerdo del Seminario que plasmaron en sus diversos escritos. Otros muchos eclesiásticos de gran valía intelectual fueron alumnos o profesores del Seminario: Rubio Larragueta, Cuadrado Aranda, Conde y Luque, Jerez y Caballero, Barberini García, Cantueso Sánchez, Palau y Huguet, González Francés, García Pomo, Caravaca Millán, Agreda y Bartha, López Criado, Seco de Herrera, Romero Mengíbar, Gallegos Rocafull. La mayoría de ellos fueron canónigos de la Santa Iglesia Catedral (lectoral, magistral, doctoral, penitenciario) que tenían aneja una cátedra en el Seminario. El Cabildo siempre tuvo una relación muy estrecha con el Seminario.

¿Qué diferencias has encontrado con la vida del Seminario de aquellos años respecto a la época actual?

Muchas y ninguna. Me explico: las celebraciones académicas y litúrgicas, algunas costumbres, la vida misma del Seminario siguen igual o muy parecidas. Han pasado muchos años. Los tiempos cambian y también la formación. Pero el Seminario sigue siendo Seminario, su vida sigue siendo la nuestra: casa, hogar, familia, padres y hermanos… que comparten la vida, el estudio, la oración y la pastoral preparándose para ser los pastores del futuro, como un nuevo apostolado tras las huellas del Maestro que sigue llamando a jóvenes para que sirvan a su pueblo.

¿Qué has pretendido con la publicación de este libro?

Siempre he creído que olvidar el pasado es olvidar que la historia es una “carrera de relevos” en la que, cuando recibimos el nuestro, ha habido muchos otros que han hecho una larga y fatigosa carrera de obstáculos, una carrera de fondo en la que no han faltado caídas pero tampoco triunfos. ¡Nunca empezamos de cero! Más todavía: a la luz de todo lo descubierto, uno cae en la cuenta de que “somos enanos encaramados a hombros de gigantes”. He querido hacer un homenaje a todos aquellos que han contribuido con su granito de arena a la construcción y desarrollo de esta institución que ha cumplido ya 435 años: a los miles los sacerdotes que se han formado dentro de sus muros —algunos de ellos insignes y con grandes responsabilidades, otros desconocidos pero celosos y dedicados al ministerio en todos los rincones de Córdoba—, a todos sacerdotes que han sido rectores, formadores, directores espirituales o profesores del Seminario gastando algunos de los años de su ministerio en esta delicada tarea, y todos aquellos que, aunque no llegaron a ser sacerdotes, recibieron una sólida formación espiritual y humana que luego han desarrollado en sus respectivos campos de trabajo y acción. Este sencillo trabajo va dedicado a todas estas personas. Además, con este libro, los seminaristas actuales pueden también percibir que son ahora los protagonistas de una obra centenaria por la que no pasan los años. Es un homenaje a mi querido Seminario, de quien tanto he recibido y al que ahora sirvo humildemente.

¿A qué público va dirigido?

Va dirigido a todos los públicos. Sin duda, los sacerdotes, seminaristas o antiguos alumnos de San Pelagio se van a sentir “como en casa” recordando viejas historias que son siempre contemporáneas. También los fieles de las parroquias, grupos apostólicos y movimientos van a leer con gusto este libro y conocer un poco más de cerca la historia de una de las instituciones de la diócesis a la que más quieren, cuidan y sostienen. Los historiadores podrán encontrar un verdadero arsenal de información detallada que puede abrirles perspectivas de estudio e investigación. El resto de lectores, sean o no creyentes, podrán conocer y valorar la influencia de esta institución centenaria en la vida cultural y social de Córdoba.

¿Estás contento con el resultado?

Sin duda alguna. La edición ha quedado fenomenal. Va acompañada de noventa fotografías, muchas de ellas inéditas del archivo del Seminario o de la prensa gráfica de entonces. Agradezco de corazón al sr. Obispo D. Demetrio que ha querido prologar el libro, a los responsables de la editorial Almuzara y al director Manuel Pimentel, el director editorial Antonio Cuesta y la editora Rosa García Perea por haber puesto su confianza en este trabajo y por la exquisitez de su edición, y a los formadores del Seminario que con una paciencia tremenda han escuchado pacientemente todas las “batallitas” que como el “abuelo cebolleta” les contaba cada día en las comidas, y me han ayudado a corregir el manuscrito final. Sea para gloria de Dios y para mayor conocimiento de nuestro querido Seminario.

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