Antonio Gil hace alusión en su nuevo artículo de «Al trasluz» al Cristo de Castillo Lastrucci, en su solemne quinario
Todo este fin de semana está empapado por la Cruz, -su Exaltación se celebra el 14 de septiembre-, y por la silueta de María, -su Dulce Nombre, el 12 de septiembre y Nuestra Señora de los Dolores, el 15 de septiembre-, fiestas que nos invitan a contemplar a Cristo Crucificado y a cobijarnos en el regazo de nuestra Madre por excelencia. Tienen especial relieve los santuarios y ermitas dedicados a la Cruz, y entre ellas, la del Santo Cristo de las Injurias, en Hinojosa del Duque, con un solemne quinario celebrado en estos días. Fue en 1734 cuando se descubrió un crucifijo, de menor tamaño que el actual, en la puerta de la antigua ermita y surgió una nueva devoción popular hinojoseña. La advocación se tomó en virtud de una votación entre el clero local sobre las invocaciones de la letanía de Jesús: “Sacan una papeleta que dice, por las injurias y oprobios que en tu presencia te hicieron”. Inmediatamente se iniciaron las obras para la edificación actual. Durante la guerra civil la ermita fue dañada y el Crucificado destruido. Acaba la contienda, el párroco don Juan Jurado Ruiz, logró obtener del taller del imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, un Cristo y una Dolorosa. El Cristo llegó el 7 de septiembre de 1940 y la Virgen en mayo de 1942.
Santa Teresa Jesús decía a sus monjas, ante la imagen de un Crucifijo: “No os pido que penséis mucho, tan sólo os pido que le miréis”. “Miremos, contemplemos e imitemos a Jesús, en la Cruz, “donde, en palabras del papa Francisco, Él quiso abrirnos el camino de la fe y precedernos en él”. Y miremos a María, “modelo de perseverancia en la doctrina evangélica”, en palabras de Francisco Orozo, obispo de Guadix.
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