“El martirio es el germen de la evangelización del tercer milenio”

Diócesis de Córdoba
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Monseñor Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, ofrece la conferencia “La persecución religiosa en España, 1934-1939” dentro de los actos de la Beatificación de los 127 mártires de la persecución religiosa en España. Una reflexión que nos acerca al sentido del martirio y al perdón como única venganza por Amor a Cristo

El obispo auxiliar de Madrid ha visitado Córdoba y Montilla durante la jornada de hoy, celebrando la santa misa a los pies del sepulcro de San Juan de Ávila. Acto seguido, en Córdoba, ha ofrecido su conferencia.

A la hora de analizar el martirio, ¿de qué fuentes ha bebido para hacernos llegar su historia?

Hay fuentes muy diversas, están las fuentes que desde los años inmediatos a los hechos martiriales ya se escribieron, por ejemplo de José Calasanz Bau Prades, un Calasancio que escribió una detallada relación de los mártires de los años treinta y que usa luego Antonio Montero Moreno. Bau y Montero son las fuentes históricas más cercanas. A partir de ahí, se han hecho en las distintas diócesis de España y sobre todo en los Institutos de Vida Consagrada, estudios y recopilaciones de la vida y de las odiseas de los martirios de los siete mil sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas que sufrieron el martirio en aquella época. Por ejemplo, los Hermanos de San Juan de Dios, algunos de ellos naturales de Córdoba, tienen una biografía muy amplia, también los Agustinos.

En la diócesis de Córdoba Manuel Nieto Cumplido y Luis Enrique Sánchez publicaron en el año 1998 la historia de la persecución religiosa de 1931 a 1939 en Córdoba, que es una fuente imprescindible para Córdoba.

En Córdoba serán beatificados el próximo sábado 127 mártires, pero hay muchos más también dentro de nuestra Diócesis. ¿Cuándo empieza el martirio en España en el siglo XX?

La persecución va de 1931 a 1939. En 1931 empieza la persecución no sangrienta, violenta por otros motivos, por quemar iglesias, por expulsar a los sacerdotes de las casas parroquiales; la sangrienta tiene dos momentos fuertes, que son la revolución de octubre de 1934 y la revolución que acompaña a la Guerra Civil sobre todo los seis primeros meses de la guerra. Durante toda la Guerra Civil hay una revolución, que no es lo mismo que la guerra, y esa revolución tenía como fin la extinción de la Iglesia y es la que llevó a cabo la matanza sistemática de eclesiásticos y también de laicos católicos.

Hay esos dos momentos, en 1934 y 1936 en el marco de una revolución, uno de cuyos fines era la erradicación de la Iglesia. En el 34 fueron asesinados unos cuarenta o cincuenta eclesiásticos, algunos de los cuales son santos. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Turón y el Padre Inocencio de la Inmaculada, un sacerdote pasionista, que coincidió que estaba dándoles un retiro en octubre del 34 a estos Hermanos jóvenes la mayoría, que tenían una escuela gratuita para los hijos de los mineros en Turón. Estos son los primeros, cronológicamente, que ya son santos.

Hay martirios sin derramamiento de sangre, pero siempre presentan una actitud heroica. En esta diferencia, ¿también hay muchas muestras de perdón por parte de los perseguidos de manera incruenta durante aquella época?

De manera incruenta hay un montón, del 31 al 36 las quemas de conventos y de iglesias se producen en toda España. Es incruenta pero es violenta. No hay asesinatos, son escasos aunque los hay ya, por ejemplo, en Madrid en abril del 36, cuando faltaba meses para el comienzo de la guerra, fueron asesinados dos jóvenes laicos de diecisiete años por ser miembros de la Acción Católica Juvenil. Antes de la guerra no fueron muchos. Estos asesinados y otros acosados de distintas maneras siempre manifestaron una actitud de perdón y reconciliación.

Una de las características de los mártires de esta persecución es que no hubo apostasías. A muchos jóvenes y mayores se les perdonaba la vida si ellos renegaban de la fe, pero no conocemos ningún caso de apostasía de la fe, eran personas que perdonaban a sus perseguidores.

En Córdoba hay casos brillantes y conocidísimos como el del joven trabajador de Pozoblanco, Manuel Blanco Márquez, que en sus cartas a su familia y a su novia un día antes de ser fusilado le dice que le venguen pero que le venguen con la venganza del cristiano, que es la venganza del perdón, y no solo del perdón, sino de hacerles bien todo lo que puedan a aquellos que han pretendido hacerles mal.

Y ahora, ¿dónde están nuestros mártires? ¿Quiénes son? 

La Iglesia siempre es una Iglesia de mártires, el Señor no nos prometió otra cosa, nos prometió el ciento por uno y la felicidad, pero con persecuciones. “Si a mí me han perseguido también a vosotros os perseguirán”. Esto no es extraño en la vida de la Iglesia, las palabras del Señor se han cumplido en el siglo XX como nunca en la historia de la Iglesia. El siglo XX es el siglo de los mártires cristianos, las cifras más cortas son tres millones de mártires cristianos de todas las confesiones, desde los armenos a los ortodoxos, pasando por los protestantes y los católicos en todo el mundo, no solo en España.

El siglo de hierro, el siglo de la violencia, es el siglo XX. Es el siglo de las Declaraciones de los Derechos Humanos, pero esas declaraciones hubo que hacerlas porque fue el siglo en el que más se pisotearon los derechos humanos. Si es el siglo de los mártires cristianos es porque es el siglo de las víctimas, en los campos de concentración, en las hambrunas causadas por motivos políticos, en las guerras más atroces de la historia, que son la primera y la segunda Guerra Mundial. Solo en la segunda murieron en los frentes de batalla cinco millones de jóvenes alemanes y en una sola noche del año 45 los aliados causaron cien mil muertos en los bombardeos de la ciudad alemana de Dresde.

El siglo XX es el siglo de las víctimas y en este siglo de violencia desatada es donde sucede la persecución de la Iglesia católica y de todas las confesiones cristianas como nunca antes en la historia. ¿Por qué? Porque Dios no podía dejar de enviar a los testigos del perdón y de la misericordia en todo el mundo en un siglo sin misericordia. En ese siglo tenemos ese gran tesoro de los testigos del perdón, que son muy desconocidos para los cristianos.

En el siglo XX fue el estado el perseguidor, en Rusia, en Turquía y en España en cierto modo, eran las instituciones estatales las que estaban poseídas por las ideologías del odio. Eran de distinto símbolo político pero todas violentas y de odio que tuvieron como uno de sus objetivos a los cristianos, pero también a los judíos o a los gitanos. Fueron distintos holocaustos los que sucedieron en el siglo XX. Por ejemplo, en España fueron asesinados doce obispos en los años treinta, en la Unión Soviética fueron doscientos cincuenta obispos ortodoxos, rusos y católicos; y si en España fueron asesinados unos siete mil eclesiásticos, en la Unión Soviética fueron doscientos cuarenta mil. La Iglesia ortodoxa rusa fue la Iglesia mártir por antonomasia.

Esto en el siglo XXI no está sucediendo, no es el estado el que persigue a muerte violenta y sangrientamente a los cristianos y a otros grupos. Ahora son grupos terroristas, grupos islámicos radicales, que está causando también miles de mártires en África y en otros lugares. Esos son los mártires de hoy, que son muchos. Estamos empezando el siglo XXI, a ver cómo acaba. Luego están los mártires de la vida cotidiana, que son los testigos del amor de Dios en el trabajo, en la familia y en la escuela, que son incontables.

En la actualidad, el martirio sigue unido al cristianismo en algunas partes del mundo. ¿Este testimonio de perdón sigue sin ser reconocida por quienes practican la persecución?

No es reconocido porque apenas es conocido. Para ser reconocido debería ser conocido. La Beatificación de Juan Elías Medina y 126 compañeros mártires en Córdoba forma parte de un gran proceso de conocimiento y reconocimiento que está sucediendo desde hace tres décadas en la Iglesia Católica en España y en todo el mundo. Hay mucho tiempo por delante, el tiempo de la Iglesia es largo, no está marcado por metas cortas y este conocimiento y reconocimiento de este patrimonio inmenso de hombres y mujeres que han dado la vida por la fe y por la caridad es el futuro de la Iglesia. Ha sido siempre así y aquí está el germen de le evangelización del tercer milenio.

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