Manuel Jiménez, director y formador del noviciado de la Asociación Pública de Fieles “Hogar de Nazaret” es testigo en Ecuador de la violencia creciente
En la provincia de Esmeralda (Ecuador) crece la criminalidad y con ella la pobreza y las dificultades de acceso a la educación con la que Hogar de Nazaret se hace presente con un colegio fundado hace 30 años, obra de los primeros misioneros con el impulso de la fundadora, María del Prado Almagro. Hoy, con más de 400 alumnos el centro educativo se enfrenta a una esforzada supervivencia por la acción violenta de las mafias, que con el arma letal de la extorsión, obliga a muchos padres a renunciar a esta educación para sus hijos por miedo a la represalia. El director y Formador del noviciado de la Asociación Pública de Fieles “Hogar de Nazaret”, el sacerdote Manuel Jiménez, ha viajado hasta allí y ha comprobado la violencia creciente que sitúa a esta provincia en la tercera con mayor tasa de criminalidad de toda Latinoamérica. La inseguridad ha creado un clima en el que es preciso anunciar el perdón frente a la venganza, combustible para las redes de tráfico de drogas que amenazan el futuro.
¿Por qué dificultades atraviesa el centro educativo de Hogar de Nazaret en Esmeralda?
Actualmente, con el aumento de la criminalidad en la provincia de Esmeraldas, son muchos los padres de familia que, por verse extorsinados, no pueden pagar las cuotas o tienen que retirar a sus hijos, incluso huir a otra provincia o país.
¿Desde cuándo existe este centro?
Desde 1994, es decir, desde hace 30 años. Nuestros misioneros llegaron a Ecuador en 1990; y se encontraron una infancia muy necesitada. Como nuestro carisma es la creación e Hogares de acogida, pero el número de menores con las necesidades básicas sin cubrir era abrumador, Mª del Prado Almagro, junto con los misioneros, lograron abrir este Colegio que hoy alberga a más de 400 alumnos.
¿Cómo es la educación que allí se imparte?
Nuestro Colegio es católico, y, por lo tanto, los valores, el ideario y las líneas a seguir, están fundados y marcados por la fe católica, por la doctrina de la Iglesia. Por ejemplo, además de las celebraciones propias del año litúrgico (Navidad, Cuaresma, Semana Santa, etc.), tenemos nuestras propias fiestas religiosas, que son el día de la Asunción (15 de agosto) y el día de nuestra fundadora, Mª del Prado Almagro (17 de noviembre). También tenemos capilla con el Santísimo, la cual es visitada frecuentemente por los alumnos, sobre todo en el recreo, y también tenemos un aula específica de Religión.
¿Cómo podría definir el clima de violencia que allí se vive?
Doloroso. Al Gobierno se le está yendo de las manos y varias provincias están pidiendo que el ejército también intervenga, junto con la Policía. Las mafias procedentes de Colombia, y en conexión con cárteles de México, han entrado desde hace tres o cuatro años en la costa de Ecuador, para controlar el tráfico de drogas y los puertos desde donde hacer envíos a Europa y a Asia. Entre las propias bandas hay una guerra por el control del territorio, lo que lleva a que haya también muchas matanzas entre ellos.
Hoy, por desgracia, la provincia de Esmeraldas es la tercera en criminalización de toda Latinoamérica[1].
¿Qué representa para su congregación?
Pues mucho sufrimiento por ver cuanta gente está siendo amenazada, personas desaparecidas, familias extorsionadas. Además, se vive con una gran inseguridad. También a nuestros niños mayores los han atracado y han estado en peligro.
A los representantes de la Iglesia suelen respetarlos, pero hace pocos días nos llegó la noticia de que varios sicarios entraron a una iglesia, durante la Misa, y mataron a un adulto y un niño.[2]
Todo esto también supone un reto que los sacerdotes y las misioneras, junto con un admirable equipo de guías y catequistas asumen con responsabilidad: trasmitir la esperanza de que el amor es más fuerte que la avaricia, y que la misericordia está por encima de la venganza.
Sin educación no hay libertad y crece la pobreza, ¿es este el fin que la violencia podría seguir desencadenando?
Así es. En nuestro centro, de 430 alumnos que iniciaron el curso en marzo, ya se han dado de baja más de 30, y la cifra sigue creciendo. En otros centros educativos la situación es aún más grave, pues las mafias, a través de algunos jóvenes, han entrado en el propio centro, y amenazan a profesores y alumnos.
Al final de noviembre creció tanto la violencia que algunos centros se plantearon elevar una petición al Gobierno para volver a las clases online (como un confinamiento), aunque muchos alumnos no tienen los recursos para este tipo de educación a distancia.
La violencia se suma al problema de la pobreza ya existente en esta región desde hace décadas; parece que es una provincia condenada a no levantar cabeza: crisis económicas y agrícolas, pandemia, terremoto 2015, criminalización,…
¿Cuáles son los motivos por los que Esmeralda haya sido presa de una violencia que castiga a todas las capas sociales, sobre todo a los más pobres?
La propia pobreza en la que han vivido muchos niños y jóvenes durante años, sin apenas oportunidades, ha sido el caldo de cultivo para que las mafias alimenten sus filas con estos adolescentes que, con tal de ser aceptados en un grupo, y tener algo que llevarse a la boca, hacen lo que sean. Así es como afecta a los más pobres. Pero a la clase media que ha luchado mucho durante año para llevar una vida digna, también le está afectando, porque tras pagar a las mafias, quedan arruinadas. Si una banda te extorsiona sólo hay dos opciones: o pagas, o huyes con todos los tuyos.
¿Cómo podría describir la situación social que ha podido comprobar durante su reciente estancia en esta parte de Ecuador?
Al principio con algo de temor, cuando descubrí que lo que me habían contado era poco con lo que se vivía en las calles. Sin embargo, el pueblo ecuatoriano no se quiere rendir ante este nuevo mal que lo azota y quiere seguir apostando por una vida digna. Es un pueblo con una gran fe en Dios y en la intercesión de la Virgen María.
Así que decidí, tras un retiro inicial con las misioneras, asumir los sentimientos de los quinindeños, superar el miedo y la inseguridad, y hacer lo que tenía encomendado (pastoral en el colegio, visita a enfermos, asistencia a aldeas pertenecientes a nuestra parroquia, etc.). Eso sí, con prudencia y siempre acompañado por alguna persona que conocían el lugar.
Aquí he descubierto que se valora mucho más la vida, porque cada día que termina, al acostarte, le das gracias a Dios, de manera muy consciente, por permitirte (a ti y a los que te rodean), estar vivo. Este pueblo es admirable.
[1] https://www.eluniverso.com/noticias/seguridad/esmeraldas-entre-las-tres-provincias-con-la-mayor-tasa-de-homicidios-en-2022-en-america-latina-segun-insightcrime-nota/
[2] https://www.eluniverso.com/noticias/seguridad/sicario-asesina-persona-iglesia-en-manta-nota/
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