José Miguel Blázquez es maestro de Educación Especial en el colegio Trinidad, perteneciente a la Fundación Diocesana de Enseñanza Santos Mártires de Córdoba
En primer lugar, tengo que decir que me considero maestro católico de la cabeza a los pies, con mis virtudes y mis defectos, como cualquier cristiano que intenta vivir su vida de fe coherente con el Credo que profesamos.
Siendo joven tuve una experiencia que marcaría toda mi vida de fe, que fue la celebración del Sacramento de la Confirmación. A partir de ese momento mi vida cambió por completo, tanto que me planteé discernir el tema de la vocación sacerdotal y realicé mis estudios eclesiásticos en Córdoba, aunque el Señor me tenía preparada otra meta que era la vocación al matrimonio.
Una vez terminados mis estudios de Teología, comencé como maestro de Religión de EGB en los colegios públicos de Fuente Carreteros (mi pueblo natal) y las aldeas de Ochavillo del Río, Peñalosa, Cañada, Villar y Villalón, donde conocí a la que es mi mujer y madre de mi hijo, que también era maestra de Infantil. Tengo que darle gracias a Dios porque fue Él quien hizo y preparó esa historia de amor que terminó en la celebración del Sacramento del Matrimonio. Fueron tiempos difíciles para los docentes de Religión, ya que en aquellos años teníamos unas condiciones laborales pésimas, ya que ni siquiera estábamos dados de alta y recibíamos una pequeña compensación económica al cabo del tiempo. Pero tengo que señalar que para mí fue un tiempo de auténtica misión, en el que cada día cogía el coche con mucha alegría, para ir a una aldea a enseñar lo que me brotaba del corazón, sabiendo que era mucho lo que yo tenía que aprender de cada uno de mis alumnos. Al poco tiempo me llamó D. Santiago Gómez Sierra (actual Obispo de Huelva) desde la Parroquia de la Trinidad para que me dedicase a dar Religión en los Colegios Trinidad I, Trinidad II y Trinidad Sansueña. No dudé en aceptar esta oportunidad, al mismo tiempo que entré de catequista de niños de Primera Comunión, que para mí siempre ha sido y sigue siendo parte de mi vida como cristiano comprometido. Recuerdo de aquellos años mi participación en un seminario que teníamos de Religión en el CEP de Córdoba todos los martes por la tarde, en el cual compartíamos muchos materiales para utilizar luego en nuestras aulas.
Desde mis comienzos como maestro de Religión vi que era fundamental la lectura reposada y comprensiva de los Evangelios que se van leyendo en los distintos ciclos litúrgicos. Fue una experiencia muy enriquecedora, ya que cada semana trabajábamos el Evangelio dominical, y en dicho trabajo también participaban muchas veces las familias.
Posteriormente estudié Magisterio e hice la especialidad de Audición y Lenguaje y Educación Especial. Siempre he sentido predilección por los alumnos de necesidades educativas especiales y aquellos que más necesitan ser escuchados y comprendidos. Con el paso de los años se abrió una segunda aula de Integración en el Colegio Trinidad y fue el momento en el que se me ofertó el dirigir ese aula, al mismo tiempo que seguía con mis clases de Religión en ESO y Bachillerato.
Han sido años muy enriquecedores donde he aprendido mucho y sigo aprendiendo mucho de cada uno de mis alumnos. Y todo ello de la mano de María, ya que Ella siempre ha sido un modelo a seguir, desde mi devoción desde niño a la Virgen de Guadalupe (patrona de mi pueblo).
Hay una oración que he repetido con saciedad en todas y cada una de mis clases y que mis alumnos me han recordado después del paso de los años: “Dios te quiere y quiere que seas feliz”. Por ello, cada mañana, en la meditación del Evangelio del día siempre le pido al
Señor que ponga en mis labios aquellas palabras que salgan del corazón y que pueda llevar a mis alumnos a un conocimiento y vivencia del verdadero mensaje de Jesús.
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