La diócesis de Córdoba contará a partir de ahora con una nueva fundación de cuidados paliativos que llevará por nombre “Contigo siempre”. La iniciativa surgió de fieles de la parroquia de la Consolación de Córdoba, quienes sintieron la necesidad de crear esta fundación para el acompañamiento de las personas que lo necesitan en momentos de enfermedad y dolor, a veces cercanos a la partida. Un deseo que le hicieron llegar al párroco, Joaquín Pérez, que les apoyó y animó en todo momento a poner en marcha esta iniciativa. En la actualidad son cuatro personas las que conforman la fundación, el sacerdote, Joaquín Pérez, Marisa Bonilla, Pedro Jiménez, Consuelo Tirado y Ana Ranero. Tienen la idea de reunir un equipo de voluntarios para ponerse al servicio de personas que quizás no encuentren otro modo de ser acompañadas para poder ayudar también a las familias. Está en marcha y desde ya podemos aprender un poco más gracias a Marisa Bonilla que nos acerca las funciones y objetivos de “Contigo siempre”
Sentir el dolor de quienes conocemos nos impulsa siempre a buscar, a ponernos en camino, a lograr de alguna manera ayudar. Cuando estamos ante un enfermo esa ayuda puede ser especializada pero no siempre llega ¿por qué nace esta nueva fundación, cuál es el objetivo?
Nace de una luz que tuvo Consuelo que como médico estaba viendo las necesidades actuales de personas mayores por las que la medicina no puede desgraciadamente hacer nada y se sienten solas y abandonadas. Los cuidados paliativos surgieron precisamente para atender a estas personas porque la medicina en los últimos tiempos se ha especializado de tal manera que los médicos lo que ven es la enfermedad pero no ven al enfermo. Cuando ya no pueden hacer nada por curar al enfermo ellos, en principio se sienten además fracasados, y abandonan. Es el momento en el que tienen que entrar los especialistas en cuidados paliativos y atender a esas personas que en el final de su vida tienen una serie de necesidades, no solo médicas sino físicas, psíquicas, espirituales y ayudarlas a dar el paso tan importante que es la muerte. También hay que ayudar a sus familiares que muchas veces no saben encajar la situación, no saben aceptarla y casi que entorpecen porque no quieren dejar ir a la persona, cuando la persona es que tiene ya que marcharse porque ha llegado su día.
Esa fue la razón de que nos pusiésemos en marcha para intentar atender a todas estas personas que están en estado terminal y por las que la medicina hoy por hoy no puede hacer nada para curarlas pero si para acompañarlas y para cuidarlas.
¿Cómo se articula esta ayuda? Porque vosotros recibís la información de que hay alguna persona en esta situación y ¿os lanzáis, llamáis a la puerta o primero hacéis una consulta previa?
Estamos recién nacidos, pero ya tenemos incluso algún voluntario que está acompañando a estas personas que están desesperadas e incluso pensando en solicitar la eutanasia, hablan y los acompañan y cambian totalmente las cosas. La idea es ir recibiendo a todas las personas que nos vayan llegando, solamente con salir el cartel anunciador ya nos están llamando.
¿Tenéis alguna experiencia ya de cómo cambia la percepción de estas personas de su realidad y la inmediata muerte y de la de su propia familia?
Gracias a un voluntario la vida de un chico con una enfermedad incurable y la de su madre ha cambiado porque ahora está contento, está aceptando la situación, que tiene una enfermedad que también puede ser una causa o una razón para dar gracias a Dios y ofrecerla para que sirva para algo y sin pensar en acelerar su muerte. Es una experiencia muy gratificante y hemos conocido experiencias maravillosas de médicos que te van contando cómo cambia la situación en el momento que una persona está atendida debidamente. Cuando le quitas el dolor, cuando consigues que duerma, está en su casa, que es fundamental, en su ambiente y rodeado de su familia y sin sufrimiento físico. Se prepara también a los familiares para que vayan entendiendo el proceso que va a seguir el enfermo, como para que le den autorización para marcharse. Es una época que tiene su belleza porque es muy real, no hay mentiras, el enfermo sabe cuál es su situación y sus familiares también. Puedes decir lo que no has dicho nunca, como decirle a un padre o un hijo que lo quieres. Es un momento de mucha paz, de mucha dulzura y de ir aceptando que ha llegado el momento de dar el paso hacia otra cosa que no es mala, la muerte es llegar a un sitio donde se va a estar mucho mejor.
En muchas ocasiones se aleja la idea de la eutanasia
Está comprobado que más del 98% de personas que en un momento dado se plantean la eutanasia cuando reciben cuidados paliativos de calidad renuncia a ella.
¿Cómo os dejáis ayudar? porque tampoco debe ser fácil encontrarte en un lugar donde el dolor supera la expectativa de la vida en algunas ocasiones se inicia un proceso que puede ser largo aunque es corto por la enfermedad ¿cómo asumís esa realidad en vuestras vidas?
Lo primero que tenemos que hacer y es lo primero que va a hacer la fundación es hacer unos cursos de formación para los voluntarios porque efectivamente no es tan fácil. Lo primero que hay que hacer es un recorrido hacia el interior de uno mismo para ser capaz de amar y de compadecer y compartir el dolor, pero no es fácil.
La idea es también conseguir un grupo de médicos, enfermeros, psicólogos y sacerdotes por si la persona lo quiere, especializados en cuidados paliativos.
La fundación se va a presentar en la Diócesis de manera oficial el 21 de junio, a las 21:00 horas, en la parroquia de la Consolación, con la asistencia de nuestro obispo, monseñor Demetrio Fernández, ¿qué condiciones deberá reunir el voluntariado?
Habrá muchos sectores, desde la persona que no tiene nada que ver con la medicina pero que es capaz de compadecerse y de compartir con la persona el dolor y normalmente son personas que han sufrido en su vida y que han pasado por momentos complicados y saben lo que está pasando el enfermo, hasta sanitarios, y habrá que hacer un equipo que esté contratado por la fundación que sean los que hagan la labor sanitaria expresamente.
Por último, queremos agradecer el apoyo incondicional que hemos recibido desde el principio del Obispo.
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