Manos Unidas es una ONG de la Iglesia Católica para el desarrollo de los países más pobres. Se nutre principalmente de las aportaciones de los católicos, fruto de su ayuno voluntario en favor de los más pobres de la tierra. Las Campañas contra el Hambre, que año tras año promueve, son una contribución importante en un doble sentido: en el de concienciarnos de que tenemos que abrir nuestro corazón y nuestras manos para salir de nosotros mismos y ser solidarios con los demás; y en el sentido de ayudar de hecho a tantas personas a través de tantos programas, que dignifican a la persona.
La verdadera riqueza no está en lo que tenemos, sino en lo que compartimos. La campaña de este año insiste en esta dimensión humana del compartir, que dignifica a la persona. No sólo hacemos bien a los demás cuando compartimos, sino que nos hacemos bien a nosotros mismos, pues la persona crece cuando comparte y llega a su plenitud, cuando se da del todo.
El Papa Francisco propone continuamente una economía de crecimiento del bien común. No hay progreso cuando sólo crecen algunos, mientras otros no tienen oportunidad de crecer. Y el número de los pobres crece cada vez más. No hay verdadero progreso cuando el enriquecimiento viene a costa de destruir la naturaleza, el aire, el agua, el ambiente, etc. Todo ello es creación de Dios para el hombre, y en este sentido el hombre debe cuidar, no destruir la naturaleza dada por Dios.
Recientemente el Papa Francisco ha insistido en el valor de la vida de los niños, y son millones los que cada año se destruyen en el vientre de sus madres. La humanidad se deshumaniza y se empobrece cuando no es capaz de respetar y promover la vida de los niños, ya desde el seno materno.
Recibida la vida de Dios, como un don supremo, esa vida está llamada a desarrollarse en todos los sentidos. Sigue habiendo hambre en el mundo, cuando se desperdicia la comida en cantidades industriales. Sigue habiendo necesidad de escuelas y de formación para los jóvenes, porque esta es la mejor garantía de dignidad en el futuro. A muchos no les ha llegado todavía la buena noticia del Evangelio, y no hay mayor pobreza que la ausencia de Dios. Los pobres están más dispuestos a recibir ese Evangelio, cuando los misioneros los llevan a Dios.
Manos Unidas no puede confundirse con cualesquiera otras ONG, que no tienen sentido religioso ni sobrenatural. La fuerza más potente que mueve a Manos Unidas es la fe de sus colaboradores. La colecta para Manos Unidas se realiza en el contexto litúrgico de la Eucaristía, donde Jesucristo comparte su vida con nosotros y nos hace hijos de Dios. Cómo no vamos a compartir nosotros con los demás lo que hemos recibido de Dios, desde la riqueza de la fe hasta los bienes materiales de todo tipo.
Podremos coincidir en los destinatarios, pero las motivaciones en Manos Unidas son más hondas y provienen de la fe y de la caridad cristiana. E incluso de los destinatarios nos interesa no sólo su prosperidad material, sino su prosperidad integral y su prosperidad personal, que no termina en la etapa de este mundo, sino que camina hacia su plenitud en el cielo.
Compartir es nuestra mayor riqueza. Si somos capaces de compartir es porque el Espíritu Santo nos impulsa por dentro a no encerrarnos en nosotros mismos, sino a abrirnos para dar, para darnos a los demás. Seamos generosos en la Campaña de Manos Unidas.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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