Celebración de la Misa Crismal

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

Más de 200 sacerdotes han acudido hoy, a la Santa Iglesia Catedral para participar de una Eucaristía en la que han renovado sus promesas sacerdotales y se han bendecido los santos óleos.

Hoy, Martes Santo, es un día muy importante no sólo para el clero de la Diócesis de Córdoba sino también para todos los fieles que participan del único sacerdocio de Jesucristo porque se celebra la Misa Crismal, en la el presbiterio diocesano cordobés renueva sus promesas sacerdotales.

Por eso, muchos sacerdotes han asistido en primer lugar, a una plática en la capilla del Seminario Conciliar San Pelagio, dirigida por el delegado diocesano de catequesis, Adolfo Ariza, en la que ha disertado sobre la relación entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles. En este sentido, ha explicado que «en la esencia de la vocación sacerdotal se encuentra el servicio y la entrega al sacerdocio común de los fieles». También ha citado a San Juan de Ávila como uno de los grandes maestros del clero: «En sus enseñanzas podemos encontrar esta realidad eclesial, que del sacerdocio de Jesucristo participa toda la Iglesia cada uno según su particularidad» y ha indicado que el ideal de santidad consiste en participar y hacer partícipes a los fieles del sacrificio de Cristo.

A continuación, los sacerdotes se han dirigido hasta el templo mayor de la Diócesis para celebrar la Misa Crismal presidida por el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, y concelebrada por el Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, junto a más de 200 presbíteros.

En la homilía el Sr. Obispo ha indicado cuál es el significado de la Misa Crismal: «En esta celebración aparece Jesucristo, el Ungido por el Espíritu Santo, ungiendo a su Iglesia con el santo Crisma y los demás Óleos que se bendicen. Jesucristo regala a su Iglesia el don del Espíritu Santo, presente en todos los sacramentos, y de esta manera la purifica y la renueva para presentársela ante sí sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada».

Asimismo, ha explicado que todos los fieles por el bautismo han sido ungidos con el Espíritu Santo y están llamados también a participar de la misión de la Iglesia y de la Nueva Evangelización. También ha recordado el papel fundamental de los sacerdotes con estas palabras: «El sacerdote ordenado no es uno más, sino el ministro del Señor, que se presenta ante sus hermanos con una clara identidad por sus costumbres, por su manera de vivir, incluso por su manera de vestir, lejos de toda mundanidad». Y ha continuado: «El cura no elige su puesto de trabajo ni vive a su capricho. Vive para Jesucristo, busca continuamente la voluntad de Dios, que le viene expresada en los acontecimientos de su vida y por medio de la autoridad de sus superiores, que le sirven sacramentalmente esa voluntad de Dios».

Posteriormente, ha tendido lugar la renovación de las promesas sacerdotales y la consagración de los santos óleos que se utilizarán en las iglesias durante todo este año litúrgico para administrar los sacramentos.

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