Bajo el lema «Permaneced en mi amor», casi 600 jóvenes procedentes de toda la Diócesis participaron el pasado fin de semana en la Peregrinación.
Partieron de Córdoba hacia a Guadalupe el viernes por la mañana, tras la celebración eucarística en la parroquia de San José y Espíritu Santo presidida por el Sr. Obispo, quien en la homilía animó a los jóvenes a vivir esta experiencia unidos y acompañados por la Iglesia, viviendo la realidad de la Iglesia. Asimismo, Mons. Demetrio Fernández pidió a los jóvenes que no se sientan avergonzados de ser cristianos, "porque ser cristiano no es una desgracia, sino una gran alegría". "Decidle a los que se rían: Venid conmigo y participad en la vida del Señor", afirmó.
Durante los tres días de peregrinación, se vivieron momentos intensos de oración, de alegría, así como de fraternidad que se sucedieron junto a numerosas confesiones que los jóvenes iban haciendo a lo largo del camino con los 16 sacerdotes que los acompañaban.
El sábado, llegados a una dehesa amplia, conocida como "Villavaquita", celebraron la Eucaristía presidida este año por un sacerdote que ha estado presente durante muchos años en esta peregrinación, Antonio Murillo. Seguidamente, continuaron con el último tramo hasta Guadalupe.
Fue en la tarde del sábado cuando los jóvenes llegaron a la Basílica, donde saludaron y rezaron ante Nuestra Señora de Guadalupe.
El domingo tuvieron en la misma Basílica la solemne celebración eucarística con la que culminaba la peregrinación, que estuvo presidida por Mons. Demetrio Fernández. En ella, el Sr. Obispo manifestó que "en esta asamblea repleta de multitud de jóvenes se experimenta y se palpa la Iglesia". Asimismo, destacó que “Guadalupe es un acontecimiento para la Diócesis de Córdoba y un momento de gracia especial al comienzo del curso”.
El pastor de la Diócesis se dirigió a los jóvenes y adultos procedentes de distintos lugares, parroquias, colegios, comunidades y grupos, y les instó a que vieran la belleza de la Iglesia. También les recordó las palabras del Santo Padre en la JMJ: “No vivas solo tu fe porque la pierdes y es el tesoro más grande que puedes tener en tu vida”.
De otro lado, invitó a los peregrinos a acudir al sacramento de la Penitencia y les alentó a tener a la Virgen como estrella en su vida cristiana y para discernir su vocación.