Carta al Sr. Obispo, a los presbíteros, a los consagrados y a los fieles laicos de la diócesis de Córdoba

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesucristo:

A las doce horas del día del 27 de marzo, se hizo público en Roma mí nombramiento como Obispo de Córdoba por parte de S.S. el Papa Francisco. Por la presente y, en primer lugar, deseo enviar a Mons. Demetrio Fernández, Obispo, y a toda la comunidad diocesana un saludo lleno de afecto fraternal.

Agradezco al Dios que me ha llamado a la vida, a la fe y al ministerio apostólico y me ha sostenido en la respuesta. También al Santo Padre el Papa Francisco por poner su confianza en mí persona y ministerio. Agradezco también a mí hermano Demetrio el generoso y fructífero trabajo pastoral en la Diócesis que ahora se me encarga. También el espíritu de acogida y afecto fraterno que siempre me ha mostrado. Me sumo a la historia de una Iglesia peregrina que comenzó su andadura a finales del siglo tercero con el Obispo Osio de Córdoba, y cuyo patrimonio más importante es la santidad. Con humildad y, contando siempre con la ayuda del Señor, y la corresponsabilidad y comprensión de pastores, consagrados y laicos, espero seguir contribuyendo a la configuración de una Iglesia sinodal y a la misión evangelizadora en ese territorio.

En este momento importante de mi vida, quiero confirmar mi consagración al Señor al servicio de su Iglesia. Llamado por él a la vida y a la fe por el bautismo, aquella consagración inicial se concretó con la entrega al ministerio apostólico, primero como sacerdote en la diócesis de León y, posteriormente, como obispo auxiliar en Santiago de Compostela y titular en Astorga. A partir de ahora, mi consagración al Señor, se centrará por entero en el servicio a esa Iglesia particular.

La distancia y un conocimiento limitado no me impiden sentir ya la cercanía y el afecto fraternal hacía todos, comenzando por los pobres, los preferidos del Señor: aquellos que carecen de recursos suficientes para vivir con dignidad, los que no tienen trabajo ni una vivienda digna, los que carecen de familia o viven problemas graves en ella. Mi corazón se sitúa también al lado de los enfermos, los excluidos, los inmigrantes y refugiados.

Sé que muchos estáis ya comprometidos en la acción caritativa y social trabajando en las Cáritas, en los hospitales, en las residencias de ancianos, en los albergues para transeúntes, en casas de acogida. Otros realizáis la tarea con espíritu cristiano en el ámbito educativo, cultural, administrativo, etc. Vaya desde aquí mi reconocimiento a vuestra labor y mi compromiso de impulsar con mi trabajo la tarea samaritana y humanizadora.

Con afecto fraternal saludo a los sacerdotes mayores y enfermos: en vosotros contemplo el rostro paciente y fiel de Jesucristo. Saludo también a los presbíteros que se desviven día a día en su ministerio predicando la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos, promoviendo la actividad caritativa y social y guiando al Pueblo Santo de Dios. Recuerdo también con especial afecto al Cabildo de la Mezquita-Catedral. Agradezco su labor pastoral, el esfuerzo por conservar el patrimonio y también su gran obra social. Mi recuerdo y gratitud se dirige asimismo a los miembros de los distintos consejos y equipos sacerdotales de trabajo y a los numerosos seminaristas que tiñen de color esperanza el horizonte pastoral de nuestra

Diócesis.

A las comunidades religiosas y demás institutos de Vida Consagrada les presento también mis respetos y agradecimiento. Con su vida en pobreza, virginidad y obediencia apuntan al único capaz de sostener la esperanza: nuestro Señor Jesucristo. Al mismo tiempo, con su compromiso de servicio a la Iglesia y a la sociedad, tejen los hilos del reino de Dios aquí en la tierra.

Y, en fin, no me olvido de los fieles laicos. Reconozco y valoro la gran labor que las Cofradías y Hermandades realizan en el campo de la Piedad Popular y también su compromiso social. Me alegra y sorprende gratamente la gran cantidad de movimientos, grupos, asociaciones, comunidades y nuevas realidades eclesiales que conforman la Diócesis. A través de ellos, un gran número de fieles recibe formación, cultiva la espiritualidad y se compromete en favor de la Iglesia y de la sociedad. Vaya también desde aquí mi profundo reconocimiento y gratitud.

Para concluir, pongo mi persona y ministerio en manos del Señor, contando con la intercesión de la Virgen María, Ntra. Sra. de la Fuensanta, de San Acisclo, patronos de la Diócesis, de San Juan de Ávila, patrono del clero español, fuego ardiente que nos contagia celo apostólico, y de San Rafael, custodio de la ciudad de Córdoba. Cuento también con vuestra oración y compromiso. Que Dios os bendiga. Hasta pronto. Un saludo fraterno.

 

+ Jesús, Obispo de Córdoba

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