El anuncio fue hecho por Mons. Juan José Asenjo en el transcurso de la Vigilia de la Inmauclada del pasado 7 de diciembre. El Obispo de Córdoba en breve firmará el decreto de nombramiento del beato Bartolomé Blanco como patrón de la pastoral juvenil de la diócesis. El mártir Bartolomé Blanco, joven cooperador salesiano de Pozoblanco (Córdoba), fue beatificado el pasado 28 de octubre en Roma. Pero el del obispo fue un anunció agridulce, pues el prelado hubo de reconocer al final de la vigilia que "los canonistas me han advertido que el Obispo no puede declarar patrón a un beato sin una autorización expresa de la Santa Sede". Antes había añadido que grande era su ilusión por firmar en esa noche el decreto de patronazgo.
No obstante, el obispo de Córdoba tuvo muy presente al beato pozoalbense a lo largo de toda la liturgia, sobre todo en la homilía y en el gesto final de entregar un cuadro con su imagen a dos jóvenes y a los responsables de la pastoral juvenil diocesana. También se le recordó en las palabras de acción de gracias pronunciadas antes de la bendición por un laico: "Te damos gracias por el beato Bartolomé Blanco, que en esta noche ha sido propuesto como modelo para todos los jóvenes de nuestra diócesis. Te damos gracias porque nos das a tus santos como modelos para el seguimiento de tu Hijo Jesucristo".
Todo ello quedó enmarcado en una solemne celebración de la Eucaristía, celebrada en la Mezquita-Catedral, y que contó con una abundantísima presencia de fieles, sobre todo jóvenes de los distintos movimientos y parroquias. También la Casa salesiana de la ciudad se hizo presente, con su coordinador de Pastoral, Javier Comino, y algunos animadores y jóvenes del Movimiento Cristo Vive y del Centro Juvenil DOSA.
Empeño personal
Don Juan José Asenjo ha asumido con gran cariño la beatificación del joven mártir, convirtiéndose en un abanderado de su mensaje y su testimonio. En efecto, en una reciente carta pastoral habla profusamente de su vida. Durante la vigilia, también hizo un esbozo de su biografía. Entre otras cosas, afirmo que "el manantial de su actividad desbordante y de su ardor apostólico fue su sólida vida interior, centrada en la oración, en el amor a la Eucaristía, en la participación asidua en los sacramentos, en la devoción a la Virgen, en la dirección espiritual y en los ejercicios espirituales, como él mismo nos descubre en su plan de vida."
