Las parroquias de la Vicaría Caravaca-Mula peregrinaron el sábado a la basílica-santuario de la Vera Cruz.
Encarna de la Parroquia Santiago Apóstol de Pliego fue la primera peregrina en portar la cruz estandarte de las tres estaciones jubilares que se realizaron el sábado. Ese día le tocaba peregrinar a la Vicaría Caravaca-Mula. Peregrinos de casi todas las parroquias del Noroeste murciano llegaron esa mañana a Caravaca, junto a otros grupos procedentes de Jumilla, Almería, Valencia o Cartagena; así como el integrado por miembros del Carmelo Descalzo Seglar y el de los representantes del congreso celebrado la semana pasada en la UCAM, que peregrinaron junto a la Virgen Peregrina de Fátima.
«Habéis subido por las históricas calles de esta ciudad, algunos en silencio, conscientes de vuestras preocupaciones y dolores; pero todos venís con la esperanza de acercaros a la reliquia de la Cruz, donde Cristo entregó la vida». Así se dirigía a los presentes en la explanada de la basílica de la Vera Cruz el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, quien presidió la celebración acompañado por el vicario de la zona pastoral Caravaca-Mula, David Martínez Robles; y el provincial de la Provincia Ibérica de Santa Teresa de Jesús de los Carmelitas Descalzos, fray Francisco Sánchez Oreja; así como por los párrocos del Noroeste y otros sacerdotes que acompañaban diferentes grupos.
El obispo animó a los presentes a poner en el centro de sus vidas a Cristo: «Venga peregrinos, vamos a escuchar la voz del corazón que nos invita a dar un paso adelante, para ser testigos de Jesús en serio, como los apóstoles. Que no os agobien las tristezas y problemas de cada día, porque en Cristo todo se vence».
Al igual que hacen muchos de los peregrinos que llegan desde otras localidades, un grupo de caravaqueños de la Parroquia El Salvador, desde donde se inicia cada estación jubilar, quiso realizar a pie la última etapa del Camino de Levante, desde Cehegín a Caravaca. Consuelo, ciezana de nacimiento, pero caravaqueña de adopción desde hace 22 años, asegura que fue una «experiencia muy agradable, sobre todo por el intercambio de experiencias con los compañeros». «Puede parecer extraño que un caravaqueño peregrine a Caravaca, pero fue bonito hacerlo y llegar a nuestra parroquia, a El Salvador, y realizar allí la estación jubilar», destaca Antoñita.
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