“Sois testigos de la esperanza y portadores de Cristo”, Mons. Lorca a los nuevos lectores y acólitos

Diócesis de Cartagena
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La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

Dieciséis seminaristas, procedentes de los seminarios diocesanos San Fulgencio y Misionero Redemptoris Mater, recibieron los ministerios laicales ayer, domingo, en la celebración presidida por el Obispo de Cartagena en la basílica de la Asunción de Cieza. Una treintena de sacerdotes participaron en la celebración, entre los que se encontraban los rectores de ambos seminarios, Sebastián Chico y Diego Martínez, así como formadores y directores espirituales.

Mons. Lorca animó a los seminaristas a ser “testigos de la esperanza” y “portadores de Cristo” para llevarlo a todos a través de la Palabra y los Sacramentos. “Dios mismo os va modelando y os va haciendo conforme al corazón de su Hijo Jesús, Buen Pastor. Estas cosas explican la capacidad de respuesta a la misericordia que vais adquiriendo en el día a día, que es mérito suyo, es trabajo de Dios, que llega a donde vosotros no podrías ni imaginar”.

La Institución de los Ministerios de Acólito y Lector es un paso importante en la vida del seminarista que lo prepara para la Ordenación Sacerdotal. Mediante diferentes signos, compromisos y oraciones, los nuevos elegidos para estos ministerios reciben nuevas responsabilidades: transmitir la Palabra de Dios y servir el altar. A los seminaristas que recibieron el ministerio del lectorado (Álvaro Garre, Daniel Aparicio, Ángel Aragón, Pablo García, Jesús Márquez, Juan Pablo, Jaime Palao, Joaquín Conesa, David Flor de Lis, Rebin Khorany y Manuel Gómez) se les entregó la Biblia y a los nuevos acólitos (Francisco Martínez, Javier Mateos, Daniel Fernández, Miguel Ángel Sanchíz y Yu Yang Chen) el Cáliz, una forma de adentrarlos en el servicio especial a la Palabra y la Eucaristía.

El Obispo encomendó a María, a los nuevos lectores y acólitos, a quienes recordó que “Ella permanece ante Dios, y también ante la humanidad entera, como el signo inmutable e inviolable de elección por parte de Dios… El sí de María ha marcado la historia del hombre”.

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