Una llamada nueva a la conversión

Escrito del Obispo de Cartagena para el II Domingo de Adviento.

Al comienzo de esta semana encenderemos la segunda vela del Adviento, una señal que nos recuerda que el tiempo pasa y que hemos de responder a la invitación determinante del Señor, la preparación y la vigilancia para hacerle paso a Dios en nuestra vida. Escucharemos en el Evangelio cómo Juan el Bautista sigue gritando en el desierto de este mundo: «¡Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos!». El cristiano vigila y espera siempre la venida del Señor, esta tensión por estar bien preparados para el encuentro nos debe llevar a fortalecer la fe y a cambiar de ruta, para que en nuestra personal brújula se tenga fijada la orientación a Cristo como dirección necesaria. Actualizar nuestra fe supone agarrarnos fuerte a Cristo, presente en nuestra vida, para llegar a Él limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia. Por esta razón es tiempo de conversión, de poner orden en nuestras cosas, de sentir la necesidad de estar con el Señor. Esta fuerza interior nos empuja a la responsabilidad de la misión, de anunciar en voz alta como un heraldo de buenas nuevas, a la tarea evangelizadora, a hablar del amor y de la verdad de Dios a todos, de la paz y de la alegría.

¿Qué te parece si en estas tres semanas que quedan para Navidad logras hacer una verdadera conversión, un cambio radical de mentalidad y de actitudes profundas, que se traduzcan en acciones nuevas, es decir, en una vida nueva? Participa de la Liturgia en este tiempo, haz sincera oración delante del Señor, confiesa tus pecados en el Sacramento de la Reconciliación y ¡prepárale el camino al Señor! A ver si, por medio de la ascesis descubres el valor de la pobreza espiritual, o lo que es lo mismo, sentirte necesitado de Aquél que es más fuerte que tú, la necesidad de una esperanza plena, la claridad de juicio para no dejarse llevar de la fantasía o de las ilusiones vacías que nos creamos nosotros, sino de la fuerza de la confianza en la voluntad de Dios.

En Adviento esperamos la venida de Dios y recibir a Dios en nuestras vidas es lo más importante que debemos hacer, lo más importante. El Reino de Dios está cada vez más cerca. Nadie puede detenerlo. Dios nos trae el amor y la verdad a los todos los hombres, cansados de tanta mentira y del imperio del egoísmo, además lo ofrece gratis totalmente. Es cierto que popularmente se dice que lo que se da gratis se valora poco, pero este criterio precisamente es lo que hay que replantearse cuando las cosas vienen de Dios, porque en Él no hay engaño y nos advierte que es costoso, pero lleva a la vida. Así lo explicaba el Papa Benedicto XVI: «El camino para llegar a esta meta es largo y no es posible tomar atajos: es necesario que toda persona acoja libremente la verdad del amor de Dios. Él es Amor y Verdad, y tanto el amor como la verdad no se imponen nunca: tocan a la puerta del corazón y de la mente y, allí donde pueden entrar, ofrecen paz y alegría. Esta es la manera de reinar de Dios; este es su proyecto de salvación, un «misterio», en el sentido bíblico del término, es decir, un designio que se revela poco a poco en la historia». Hoy Dios está llamando a tu puerta.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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