Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca
“Tu Palabra, Señor, es lámpara para mis pasos”, escuchamos en el salmo 119, porque no hay mayor experiencia que abrir los oídos para escuchar la voz de Dios. A lo largo de toda la Historia de la Salvación, especialmente reflejada en la Sagrada Escritura, Dios ha estado cercano a todas las personas y hemos podido comprobar su interés por nuestro bien. El Señor siempre ha sido nuestra luz y nuestra salvación, el que sale a nuestro encuentro abriendo el camino para que nuestros pies no tropiecen. Así comenzó la predicación Jesús, proclamando el Evangelio del Reino, invitando a todos a la conversión sincera y enviándolos a seguirle en la misión. Poco a poco, la gente fue descubriendo que Jesús es el Mesías y profeta anunciado, que en Él se han cumplido las Escrituras y que sus palabras son verdad y vida, que Él mismo es la Palabra hecha carne, que se ha acercado a cada uno para iluminar nuestros pasos, como anunció Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló”.
El papa Francisco ha querido instituir este día como el Domingo de la Palabra de Dios para que nos impliquemos en la misión, para que llevemos la luz del Evangelio a todas las gentes. El vicario de Cristo en la tierra ha querido sacarnos del sueño de nuestras monotonías y rutinas, nos ha puesto la alarma para despertar y para salir a la calle “a hacer lío”, a llevar la alegría de conocer al Resucitado y el consuelo de su bondad y misericordia. El papa Francisco nos urge a tomar conciencia de nuestra responsabilidad de que la Palabra de Dios llegue a todas las gentes, porque “toda evangelización está fundada en ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada” (EG, 174). Esta es la intención clara del papa, que nos formemos bien en el conocimiento de la Sagrada Escritura y de hacerla vida en nosotros, porque es la “fuente de la evangelización”.
“Nosotros no buscamos a tientas ni necesitamos esperar que Dios nos dirija la palabra, porque realmente «Dios ha hablado, ya no es el gran desconocido, sino que se ha mostrado». Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada” (EG, 175). Ya veis, debemos aprovechar todas las oportunidades para dejar que la Palabra de Dios entre en lo más hondo de nuestro ser y obre el milagro que esperamos, la conversión y la necesidad del anuncio, porque si ponemos en práctica la Palabra lograremos hacer obras de justicia y caridad donde la Palabra es fecunda. “No poner en práctica –dice el papa–, no llevar a la realidad la Palabra, es edificar sobre arena, permanecer en la pura idea y degenerar en intimismos y gnosticismos que no dan fruto, que esterilizan su dinamismo” (EG, 233) La razón de esto la da el mismo Francisco más adelante: “No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón” (EG, 266).
Espero que este domingo de la Palabra sea una oportunidad para todos los fieles y busquéis el momento de hacer una reflexión seria para revisar la fortaleza de los fundamentos de vuestra vida cristiana; también es una llamada a las parroquias para que favorezcan el estudio de la Sagrada Escritura, la lectio divina y la oración de los fieles.
Feliz domingo de la Palabra.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena