Carta del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
Las tres lecturas de este domingo XIV del tiempo ordinario son tan necesarias escucharlas que no podemos conformarnos con decir, vale, las conozco. Como siempre, ante la Palabra de Dios, hay que abrir la mente, todo el ser, porque nos prepara para la tarea que Dios nos encomienda, seas laico o sacerdote. En la primera lectura se destaca cómo el que da la fuerza para la misión es el Espíritu del Señor, él te pone en pie y te envía, incluso a ambientes rebeldes, descreídos, difíciles, a los testarudos y obstinados. Eres enviado con la fuerza de Dios, portador de misericordia, al menos para que sepan que hubo un profeta en medio de ellos, que Dios no les tiene abandonados, que también ha pensado en ellos, aunque rechacen al profeta.
Se completa este cuadro con la segunda lectura, porque dibuja el perfil del evangelizador. En esto San Pablo es maestro y no anda por las ramas, ya que describe perfectamente la condición de un discípulo apóstol, mirando su propia persona. Las seguridades que va a llevar un evangelizador son, la gracia de Dios y la debilidad. Esa será su fuerza, esa es vuestra fuerza, queridos amigos. Leed el texto y no necesitaréis más comentarios.
Creo que ya esta diseñado el modelo de un enviado, pero si quieres abundar más en lo que significa, escucha el evangelio. Hay dos cosas que destacaría, la admiración y la falta de fe. La gente se admiraba por lo que estaban viendo, pero no se explicaban cómo uno al que «habían visto nacer» era capaz de hacer esos signos y de su predicación. Se cerraron a la Palabra de Jesús, pero a la vez, a la misericordia de Dios, por su falta de fe.
Os ruego que dejéis que bañe esta Palabra todo nuestro ser, porque no estamos viviendo en épocas fáciles y se nos han apuntado las soluciones: fiarnos de Dios, fiarnos de su gracia y seguir con sencillez y humildad admirándonos de la grandeza de la redención y cercanía de Nuestro Señor, especialmente en la Misa.