Perdónanos como nosotros perdonamos

Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes

Después de escuchar la Palabra de Dios en esta semana no podremos descansar sin hacer un examen de conciencia para ver cómo responde nuestro corazón. Jesús con una parábola nos hace pensar sobre nuestros comportamientos. El Señor nos pone un caso que toca de lleno temas esenciales, que no pasarán desapercibidos a Dios, como son el perdón, la misericordia y la comprensión. El texto describe en pocas palabras hasta dónde es capaz de llegar el corazón humano, ¡hasta no saber perdonar! El protagonista de la parábola es perdonado por su señor, pero de allí sale enfrentándose a un compañero sin ser capaz de perdonarle una insignificancia, de tal manera, que lo mete en la cárcel hasta que pague todo lo que debe. Cuando lees este hecho te sorprende la dureza del corazón humano, del corazón vengativo, que no sabe abrirse a la misericordia.

Prestemos atención al tema, porque es muy importante, tanto, que nos hace temblar. Ahora vayamos a la oración que nos enseñó el Señor, al Padrenuestro, para fijarnos en lo que le pedimos a Dios, que tenga misericordia de nosotros y le ponemos un ejemplo: como nosotros tenemos misericordia de los que nos ofenden. La idea es buena, porque es lo que nos propone Jesús que nos conoce bien, pero habrá que pensar un poco más en si lo hacemos así o nos quedamos en palabras bonitas; será bueno repasar si damos pasos para perdonar tan rápidamente y con esa misericordia evangélica… Desde luego, que nadie dude que ese es el camino, lo hemos escuchado también en la primera lectura de este domingo, del libro del Eclesiástico: “Perdona las ofensas del prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas”.

En la mente de Dios no está eso que mucha gente piensa, aquello de que quien perdona es un débil, y que los “débiles” no tienen cabida en un país de “fuertes”. Por lo que escuchamos de la Palabra de Dios hay que nadar contracorriente y hay que perdonar hasta setenta veces siete, aunque la gente no lo haga. Esto es lo que practica Jesús, nos ha enseñado a poner la otra mejilla, a ser lentos a la ira y ricos en clemencia, nos perdona siempre todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades… No le demos más vueltas al tema para decidirnos a seguir sus pasos, porque el verdadero modelo de todo perdón y misericordia es Nuestro Señor, que nos pide perdonar siempre, siempre, y nos ha demostrado que esto es posible, que este es el camino para llegar a las puertas de la Vida: “Cristo se ha hecho para nosotros camino, y ¿podremos así perder la esperanza de llegar? Este camino no puede tener fin, no se puede cortar, no lo pueden corroer la lluvia ni los diluvios, ni puede ser asaltado por lo ladrones. Camina seguro en Cristo, camina; no tropieces, no caigas, no mires atrás, no te detengas en el camino, no te apartes de él. Con tal que cuides de esto, habrás llegado” (San Agustín, Sermón 170,11).

Existe una razón para entender cómo es posible el perdón, la razón es el amor. La importancia del perdón está en que sabe perdonar el que ama, si no se ama no es posible el perdón y si no hay perdón ¡pobres de nosotros! Pero, será conveniente volver a escuchar cómo termina el Evangelio: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano” (Mt 18,35). Esta es la condición que nos pone Dios, que nos perdonará, si perdonamos de corazón. Esto es duro, pero es el camino, así nos lo enseñó Jesús y así lo repetimos cada vez que rezamos el Padrenuestro.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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