Los oídos de Dios misericordioso y compasivo

Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes

La Palabra insiste en la grandeza de Dios, que es compasivo y misericordioso. Él nos conoce a cada uno y sabe de nuestras necesidades, su secreto está en que no nos abandona y siempre escucha nuestras plegarias: “si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias”. Estemos atentos en esta semana a la primera lectura, donde se desvela el corazón de Dios que atiende a todos, pero en especial a los más desvalidos de la tierra con la autoridad de Dios y su paternal cuidado. En el texto se describen unas llamadas de atención para que nadie abuse de los pobres y nadie cometa injusticias oprimiéndoles o explotándoles, porque Dios oirá sus gritos y hará justicia. Si gritan los inocentes, los oprimidos, los pobres… les escucharé, dice el Señor, y haré justicia por todos los delitos contra ellos. En la Sagrada Escritura nos viene la constante invitación de cuidar de los débiles, precepto que nunca olvida la Iglesia (cfr. Gal 2,10) y el Papa Francisco no cesa de recordárnoslo en tantísimas ocasiones. Por esta razón, es conveniente que nos preguntemos, ¿qué puedo hacer yo para aliviar el sufrimiento de todos los hermanos que padecen a causa de nuestros pecados de indiferencia y olvido?

Son palabras muy duras las que escuchamos en la liturgia, pero “pisan tierra”, porque tienen una actualidad muy grande y responden a una realidad cercana a nuestra sociedad y cultura. El Papa Francisco nos está pidiendo que abramos los oídos cada día, porque también los afligidos nos gritan a nosotros, porque tienen hambre y sed, están desnudos o enfermos, en la cárcel o prisioneros de infames adicciones… pero no se queda en la queja, sino que abre caminos de esperanza y nos dice: “los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas” (2016). Pongamos a Dios en el centro de nuestra vida social y sigamos siempre a Cristo que nos pide ser capaces de transformar el mundo hasta que se asemeje al Reino de Dios.

En la segunda lectura y en el Evangelio de hoy se nos ofrecen varios caminos para valorar la importancia de vivir la fe, de aceptar la voluntad de Dios y llevarla a la propia vida. Esto está al alcance de nuestras manos, San Pablo nos ayuda a entender que cualquiera de nosotros puede tener la solución a tantos problemas que nos rondan. Ved cómo San Pablo felicita a la comunidad de Tesalónica por cómo aceptaron el Evangelio, por cómo se fiaron de Dios y cómo fueron testigos del Evangelio pasándolo de boca en boca, hasta lograr que muchos se apartaran de los ídolos y volvieran el rostro a Jesucristo. Si aquellos lo hicieron, también lo puedes hacer tú y la comunidad. Naturalmente no sólo se evangeliza con la palabra, ayuda mucho el ejemplo de vida y la caridad, reconociendo en el otro a Dios mismo y queriéndole, valorándole como hermano y ayudándole, especialmente, a los más débiles. Cuando amas al prójimo respetas la vida. Rogad al Señor por todas las familias cristianas, para que sean ejemplo de amor y de fe en sus ambientes y ayuden a sus hijos a conocer más y mejor al autor de la vida.

Pidamos al Señor que nos dé la fuerza del Espíritu Santo para que podamos servirle fielmente, amando a los hermanos, especialmente a los más necesitados.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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