Los mandamientos del Señor dan luz a los ojos

Escrito de Mons. Lorca Planes para el domingo III de Cuaresma.

La experiencia vivida en la historia del pueblo de Israel en relación a Dios es paradigmática para nosotros, nos sirve especialmente para iluminar el hoy de cada uno. En la primera lectura, la liturgia ha seleccionado la narración del Éxodo donde aparecen los Mandamientos, las normas y el estilo de vida que debe guardar el pueblo de Dios. La descripción es contundente, pero comprensible, pedagógica y esencial. El Señor habla con una claridad meridiana desde el principio, Él les ha rescatado de la esclavitud egipcia, los ha hecho su pueblo y ha establecido con ellos una Alianza, les ha dado una tierra y les protege, como un esposo fiel. No es extraño que les pida una relación nueva, un estatuto de fidelidad total hacia Él y también, unas relaciones de amor y respeto hacia los demás. En virtud de esta liberación, Dios se convierte para ellos en el Señor. Veamos el Decálogo, no como un conjunto de leyes frías, sino como una respuesta, un reconocimiento y acción de gracias por la gran intervención salvífica de liberación de la esclavitud, Dios les ha abierto un nuevo horizonte, una seguridad sin par.

La experiencia de vida, después de haber aceptado el pueblo de Dios este compromiso, es muy positiva, tal como nos narra el salmo 18. Este salmo dice que la ley del Señor es perfecta, descanso del alma; que sus mandatos son fieles, que instruyen al ignorante, que son rectos y alegran el corazón, que dan luz a los ojos y que son verdaderos y justos… El israelita piadoso valora la Palabra y los mandatos del Señor, tanto, que dice que los considera más preciosos que el oro fino y más dulces que la miel… Escuchar estas experiencias nos ayudan, porque se oyen en nuestros días demasiados discursos animándonos a echar a Dios de nuestro mundo y dejarnos en la orfandad más severa. Cuando hay tanta sequía la Palabra de Dios nos habla de parecernos al árbol plantado al borde de la acequia, pero para llegar a esto necesitamos abrirnos más y fiarnos de Dios.

El relato del Evangelio tiene una actualidad muy grande, aparentemente es escandaloso, pero a donde nos lleva es a volver al espíritu de la Nueva Alianza, a la vida nueva que está brotando. La expulsión de los mercaderes del templo es un gesto mesiánico y con este gesto Jesús nos dice que debemos desechar la corrupción, purificarnos de nuestras escandalosas vidas, de nuestras mentiras y falsedades, limpiarnos de las corruptelas y toda injusticia e impiedad, de nuestros afanes de poseer a costa de los demás y liberarnos de toda clase de esclavitudes. Jesús nos dice que no podemos tratar a Dios como tratamos a los demás en los negocios. Nuestras vidas deben ser respuesta de agradecimiento a Dios por liberarnos de la esclavitud, de amor y alabanzas, que dejemos paso a la luz, a las manos limpias de sangre y de robos. Que donde está Dios hay libertad, paz, humildad, bondad, compasión, misericordia y perdón. Dios quiere establecer su morada en nosotros, pero necesita limpieza y transparencia. En este tiempo de Cuaresma se nos da la oportunidad de volver el rostro a Dios, de dejarnos iluminar por su luz y entrar en su descanso.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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