Jesús nos promete un defensor, el Espíritu

Escrito Mons. Lorca Planes, Obispo de Cartagena, en el Sexto Domingo de Pascua. A. 2014.

Comenzamos la sexta semana de Pascua y la Liturgia de la Iglesia nos va dando señales para que no caigamos en el desánimo, ni demos lugar a pensar que la victoria de Cristo sobre la muerte nos ha llevado a la orfandad, al desamparo y a la soledad. Tranquilidad, serenidad y mucha atención a la Palabra del Señor, donde se nos está diciendo a gritos que Cristo ha vuelto a la casa del Padre, pero que no deja huérfanos a los suyos. El mismo lenguaje que se usa es un signo de la cercanía de Dios para con los suyos: Aclamad al Señor, cantad y tocad en su honor, ved las obras de sus manos, venid a escuchar, el Señor no me rechazó, escucha siempre mis súplicas… En el Evangelio se dice claramente que Jesús permanece con nosotros por medio del Espíritu, que el «vacío» dejado por la presencia de Jesús lo llenará el Paráclito de una manera admirable y real. Nos advierte que esto es incomprensible para el mundo, pero que el que se fía lo reconocerá, porque el Espíritu vive con nosotros y está con nosotros.

Cada domingo nos acerca la Iglesia a ver la verdadera realidad centrada en Cristo, pero siempre se nos advierte que no nos descuidemos, que abramos bien los ojos, porque el poder destructivo del mal permanece y las tinieblas empañan la vida de muchos. Debemos estar vigilantes, pero confiados, ya que este es el mensaje de Cristo actualizado, que no tengamos miedo, que el poder destructivo del mal jamás triunfará; ha sido derrotado por Jesucristo, su victoria sobre el pecado y la muerte es motivo de esperanza para nosotros. La esencia de nuestra esperanza, que nos distingue como cristianos, está en haber descubierto a Cristo. Nuestro Señor es la verdad y una verdad no impuesta. Esto mismo les recordaba Benedicto XVI a los jóvenes: «Es el descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que siempre podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe porque, en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo».

En la Palabra de Dios leemos con claridad que el Espíritu de la verdad es el que nos ayuda a aceptar y guardar los mandamientos, que el Espíritu Santo es nuestro defensor, que nos protege y nos fortalece en la fe. Él nos anima y empuja a hablar de Jesús a ser sus testigos a dejar de tener miedo. ¡Cuántas cosas nos quedan por hacer sabiendo que el Espíritu está con nosotros! ¡Cuántos testigos han abierto caminos en la selva de la vida! Pablo nos da ejemplo en el coraje para hablar, cuando nos declara que él no se ha acobardado nunca de decir lo que debía (Ac 20,20). La clave ya sabemos dónde está: El Espíritu Santo es el que hace descubrir esa seguridad para hablar, es el que te da la «santa audacia», que permite al apóstol seguir hablando, sin preocuparse de las dificultades que la franqueza le pueda ocasionar.

Creo que tenemos motivos sobrados para confiar, así que os encomiendo a la acción del Espíritu Santo y rezo para que no os falte nunca la confianza. Dios os bendiga.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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