Jesús nos invita a caminar

En este domingo celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos y la exhortación imperativa de Jesucristo de ponernos a caminar. San Lucas dice que después de la marcha de Jesús de entre nosotros, «todos se volvieron a Jerusalén con gran alegría», los animaron a no quedarse ahí parados mirando al cielo. Ahora comienzan tiempos nuevos y serán ellos los que deban abrir nuevos surcos.

Los discípulos tienen un campo muy amplio de trabajo y lo saben, ya se lo ha anunciado Jesús con una promesa sorprendente: «Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo». Les está diciendo que no teman, que lo que va a suceder será obra de Dios, no de ellos, aunque ellos serán los primeros en sorprenderse de las maravillas que hará Dios a través de sus personas. Las primeras comunidades cristianas han nacido fundamentalmente por la fe en Cristo Jesús, a quien le reconocen como el Mesías, el Señor exaltado. La fe de estas comunidades se deja ver por las distintas manifestaciones que dan de cara al exterior: en la predicación y en el testimonio de vida. Ahora recuerdan lo que les dijo Jesús, que ellos serán «los testigos» de todo lo que ha acontecido.

Creer que Jesús ha resucitado, ser testigos de ese acontecimiento, implica el compromiso de contarlo a los demás; de compartir ese gozo con la gente, no podemos permanecer callados, su alegría debe ser contada. Quizás un peligro que nos acecha, y no nos damos cuenta, sea el que denunció el mismo evangelista san Lucas, constatar un cierto cansancio de la comunidad cristiana, bien por el largo recorrido que llevamos o bien por haber tenido que soportar tantas dificultades, con el peligro de caer en una monótona rutina y en el riesgo de la inconstancia. El peligro es real, se les ve a muchos como desmotivados y arrastrados por el ritmo del mundo y de la sociedad hacia las tranquilas orillas de la comodidad y justificándose en «que no tenemos arreglo». Amigos y hermanos, si alguno se encuentra en este estado, es necesario despertar, porque el mismo mensaje evangélico, del que somos portadores, nos da seguridad, garantía y confianza de que estamos en la verdad. La garantía y solidez de lo que creemos nos viene del Espíritu Santo, recordad que en los Hechos de los Apóstoles se presenta como principio activo, ya desde la misma inauguración del ministerio terrestre de Jesús (Ac 4,1.14).

Las conclusiones a las que deberíamos llegar después de escuchar los textos de los Hechos de los Apóstoles son muy claras y debemos asumirlas cada día: 1) Ante la invitación del Señor en la Ascensión, tenemos que recorrer nuestro propio camino, haciendo la voluntad del Padre, iluminada por el Espíritu y la Palabra, en un contexto de oración; 2) Jesucristo es el único Salvador, a pesar de que te propongan muchos «salvadores»; 3) debemos afrontar el hoy de cada día con paciencia (Lc.8,15; 21,19) y con perseverancia (Ac.1,14; 6,4; 2,42.46), todavía es tiempo de conversión (Ac.2,27.38; 17,30); 4) saber que por medio de las tribulaciones se llega al reino de Dios (Ac.14,22); y 5) estar vigilantes, para no caer en la tentación.

Recemos hoy por la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, por todos los comunicadores para que en sus criterios de trabajo se ajusten siempre a la verdad.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

Contenido relacionado

Cristo es la Buena Noticia

IV domingo del Tiempo Ordinario El Tiempo Ordinario es un periodo del...

Enlaces de interés