Jesús es Pastor y guía del rebaño

Escrito del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López, en el Domingo XVI del Tiempo Ordinario.

Por el amor y la misericordia de Dios hemos sido llamados a la misión, a dar testimonio de una experiencia única, conocer el corazón de Dios y no poder callar esta hermosa experiencia, esto es lo que presenta el Evangelio de esta semana, que los discípulos que salieron a la misión no habían tenido tiempo ni para comer. Conocer el amor de Dios es ponerte en marcha en un viaje a la eternidad, que comienza aquí abajo y se consumará en el paraíso. Es el regalo más sublime y más exigente, al que podemos corresponder amando, aunque sea desde nuestra desconcertante debilidad y pobreza. Pero Dios quiere darse a conocer en lo concreto del mundo y de nuestra vida. En Cristo lo divino y lo humano se hacen unidad y en Cristo, amamos a Dios y a todos los hombres, pues en su corazón todos están presentes y nadie queda excluido. Por eso el cristianismo es la religión del amor. Solamente podremos ser felices si amamos vertical y horizontalmente. Esta aventura es exigente y la conoce Jesús, por eso se comprenden las palabras del Señor de este domingo: «Venid vosotros conmigo, a un lugar aparte, para descansar un poco».

A los hermanos que nos acompañan en la misma peregrinación no les hemos escogido nosotros; ha sido Dios quien los ha colocado en nuestro camino, para que les amemos como Él, gratuitamente, incansablemente. Nunca se pueden separar las dos caras de un único amor: amor a Dios y a los hombres es lo mismo. Querer amar a Dios sin amar al prójimo es un egoísmo camuflado en la vivencia de una religión hipócrita y una caricatura de la caridad evangélica: La caridad cristiana es la respuesta inmediata a una necesidad inmediata: los hambrientos han de ser alimentados, los sedientos saciados, los desnudos vestidos, los enfermos atendidos, los prisioneros visitados. El amor es exigente, de aquí que tenga sentido la invitación a descansar.

Jesús es la opción fundamental para el creyente que no se echa atrás ni quiere escaparse del compromiso de la fe. El cristiano opta por la humildad frente al orgullo; por el Dios vivo que exige fidelidad, frente a los falsos ídolos muertos, que no exigen nada; por el amor total frente al egoísmo; por la fe, que es fruto del Espíritu, frente al mero razonamiento humano de la carne; por la gracia, frente al pecado. Seguir al Buen Pastor es exigente, mientras nuestros «apaños», «las religiones» que nos buscamos nosotros mismos, al final no nos ayudan. Son cómodas, pero en momentos de crisis nos abandonan. «Ayudad a las personas a descubrir la verdadera estrella que nos muestra el camino: Jesucristo», les decía el Papa Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia.

Leamos con serenidad el salmo que nos propone la liturgia de esta semana y dejemos que calen en nuestro interior estas palabras: «El Señor es mi Pastor, nada me falta…, repara mis fuerzas, me guía por el sendero justo,… nada temo, porque Tú vas conmigo».

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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