Jesús es la puerta

Carta del obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes

Durante estos domingos de Pascua la Palabra insiste en la importancia y necesidad de nuestra experiencia personal de encuentro con Cristo, porque nos cambiará radicalmente la vida. En la Palabra de esta semana veremos el por qué. Con un ejemplo de la vida de los pastores de su época, explica el evangelista cómo Cristo es el que guarda y protege a las ovejas, es el portero del aprisco donde están descansando y deja entrar a los pastores que Él conoce, a los que no conoce no, porque no vienen buscando el bien de las ovejas. En el Evangelio se dice con claridad que si no entran por la puerta son ladrones y bandidos. Con este sencillo ejemplo entendemos perfectamente que quien venga a ayudar a los hombres –ovejas del rebaño de Dios–, tiene que venir unido a Cristo; que si no está unido a Cristo es un ladrón y un salteador. La puerta es sólo la de Cristo, quien quiera guiar a las almas por el camino espiritual, tiene que entrar por la puerta de Jesús, tiene que estar unido a Él, a su corazón misericordioso, a querer hacer la voluntad del Padre, a ser capaz de dar la vida por las ovejas. Cristo es el Pastor y la Puerta de la Vida, no podemos fiarnos de cualquiera que venga ofreciendo otro itinerario lejos de Cristo, porque ninguno salva, ninguno cura ni sana nuestras heridas del pecado. El camino de la Vida pasa siempre por la puerta de Cristo: Os aseguro que Yo soy la puerta para las ovejas.

La figura del Buen Pastor es muy conocida para nosotros, nos remite inmediatamente a Cristo y resalta los aspectos positivos de la responsabilidad del amor misericordioso de Nuestro Señor. En la imagen del pastor –que nos dice el Evangelio– se especifica que éste no cuida a sus ovejas con látigo o con la fuerza, sino, como decía San Ambrosio, “con actitud de clemencia, con los arreos del amor”. Esta es su fuerza, el arma más poderosa: se reviste con el escudo de la paciencia, el yelmo del perdón, la espada de la justicia, la lanza de la generosidad, la honda de la gratitud, la daga de la misericordia, las medallas de la paz, las coronas del servicio y la humildad. A nadie se le escapa que se nos están dando las claves para interpretar lo que significa la vida de un sacerdote. Un sacerdote debe ser el buen pastor del que nos habla Jesús, un hombre que lo ha dejado todo por seguir a Nuestro Señor, que ha sido valiente para decirle que cuente con él, uno que se ha puesto en camino. Detrás está la intención del Señor, que ninguna oveja se pierda, por eso ha llamado a hombres generosos para que reconduzcan a las ovejas perdidas, para que cuiden del rebaño, dándoles el alimento necesario para fortalecer la fe.

En muchas comunidades cristianas se ha convertido en una costumbre gozosa el felicitar a su párroco hoy, coincidiendo con el tema del Buen Pastor, es cuando se le puede decir gracias por tu vida consagrada, gracias porque tu mirada está puesta en nosotros. Siempre es de agradecer estos gestos, aunque cuando os acerquéis a los sacerdotes ellos le restarán importancia a su vida entregada, os dirán que no hacen nada extraordinario, pero después, cuando estén solos ante el Señor, delante del Sagrario, seguro que un par de lágrimas brotarán de sus ojos, con la promesa de seguir los pasos del Señor. También debemos pedir en este día por las vocaciones al sacerdocio, porque la Iglesia nos lo recuerda al haber establecido para este día la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

Que el Señor os bendiga.

 

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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