Jesucristo, Rey del Universo

Reflexión semanal del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.

Domingo XXXIV. A. Jesucristo, Rey del Universo. 2014

En la Solemnidad de Cristo Rey la Iglesia nos invita a contemplar a Nuestro Salvador y Redentor, a Cristo en el horizonte de nuestras esperanzas y vida. Aunque parezca una paradoja, no escucharemos en la celebración nada que se aproxime a esplendores terrenos, ni a los lujos de la banalidad. La liturgia nos centra en Cristo, que nos habla de un rebaño, de ovejas y del pastor. Jesucristo es un Rey muy particular, su reino no se parece en nada a los de este mundo, por eso su manera de hacer las cosas es distinta: Él conoce a cada uno y le habla al corazón, con sencillez, con un mensaje creíble, no infunde miedo, al contrario, te sientes seguro en Él; se ha sentado junto a nosotros en la barca, en los momentos de peligro; nos ha invitado a su mesa, nos ha lavado los pies; ha caminado con nosotros explicándonos las Escrituras y nos salva de todas las angustias. Como guerrero o esposo, maestro o amigo y compañero de viaje está cercano y nos señala la puerta angosta de la santidad, de la resurrección y de la vida. Así es la realeza de Jesucristo. La realeza de Jesús se distingue en la humildad, en la sencillez de vida y nos ha dado ejemplo para que aprendamos.

Jesús ha venido a salvarnos de nuestras propias trampas, de los líos en los que nos metemos cada uno de nosotros y nos arrastran por los caminos de la muerte; Jesús ha venido a dar luz a nuestros ojos, a liberarnos de nuestra ceguera para que podamos ver con nitidez un estilo de ser diferente del que nos tiene atrapados, de la mentalidad del mundo que abre las puertas a la picardía y a la falta de escrúpulos, al egoísmo y a los propios intereses. Sí, porque pensamos que nuestra libertad y alegría están en las grandezas, honores, lujos, dinero y salud… y ya conocemos cuales son las consecuencias de una vida así: rivalidades, abusos, frustraciones. Pero el Reino de Dios no es eso, en el Reino de Dios se premia la modestia y la humildad, incomprensibles para el mundo. Jesús camina a nuestro lado, como un vecino más, sin hacer referencia a esas cosas mundanas y nos habla con un lenguaje que entendemos, nos enseña el modo de proceder para un cristiano: «Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas» (1Tes 2, 7-8). Jesús es Rey del Universo y nos pone de ejemplo la grandeza de la fidelidad cotidiana de los humildes. Los instrumentos de Dios son siempre los humildes, decía San Juan Crisóstomo.

«Mi Reino no es de este mundo», le dijo Jesús a Pilatos. Las cosas planteadas por Dios son diferentes a las de los hombres, Jesús es un Rey clavado en la cruz, su corona es de espinas y su cetro es insignificante; Él reina en nuestros corazones y su voz es conocida por los suyos, la misma voz del que al atardecer de la vida nos examinará del amor. No tiene el Señor armas, ni ejércitos preparados para defenderle… no los necesita. Su fuerza es el amor, un amor entregado, un amor redentor. Así es la realeza de Jesucristo.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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