Homilía en las Bodas de oro sacerdotales de Mons. Lorca en Espinardo

Homilía en mis bodas de oro sacerdotales

Parroquia San Pedro de Espinardo 29 de junio de 2025

 

Querido D. Francisco, hermanos sacerdotes;

Cofradía del Santísimo Cristo de la Salud y Cofradía de San Pedro; autoridades municipales, alcaldesa pedánea; presidenta de la UCAM; un saludo a mis dos hermanos, cuñada y sobrinos;

saludo a los que habéis venido de tantos lugares: Totana, Lorca, Murcia y otros lugares de la Región; y especialmente a mis paisanos de Espinardo.

Queridos hermanos:

Muchas gracias, D. Alejandro, párroco de esta comunidad parroquial de Espinardo, que el Señor te cuide y te proteja para que sigas haciendo tanto bien a todos los hermanos en la fe.

¡Cuántos recuerdos me vienen a la mente esta noche! ¡Cuántas personas de este pueblo están desfilando en mis recuerdos desde que era un niño! Mi escuela, la parroquia, las religiosas de la Consolación, D. José Guillén, que me bautizó; D. Joseico, que me llevó al Seminario menor; D. Francisco Pagán, que me ayudó a preparar la celebración de la Ordenación Sacerdotal; los barrios, la parroquia del Espíritu Santo, desde que comenzó su andadura; la calle Mayor, centro de la vida de este pueblo; las sendas y caminos de esta bella huerta que nos ha rodeado y nos configuran a todos.

Por supuesto, que al primero que he dedicado mi mirada esta tarde ha sido a esta imagen del Santísimo Cristo de la Salud que ha sido testigo y nos ha acompañado siempre, principalmente en todos los acontecimientos importantes de nuestra historia, la más personal e íntima y la de este pueblo. Agradezco a la cofradía el regalo de la presencia de esta querida imagen en mi ordenación sacerdotal, y al comienzo de mi ministerio episcopal en la Catedral de Murcia. Que Dios os lo pague.

Esta tarde regresa el Santísimo Cristo de la Salud a su ermita entre la multitud que le acompañará con alabanzas, acción de gracias y el olor a la pólvora de las tracas durante su recorrido. Regresa a su ermita, pero no desaparece de nuestros recuerdos. En el Plan de Pastoral diocesano decía que: cualquiera de nosotros, sacerdotes, consagrados y laicos sabemos lo que significa poner a Cristo en el centro de nuestra vida y todo lo que supone vivir y crecer en cristiano.

Son muchas las experiencias que hemos vivido juntos, todos hemos afrontado retos que parecían imposibles, situaciones más o menos dolorosas, desconcertantes, otras admirables y gozosas. ¿Quién no ha tenido experiencia de haberse alejado de las cosas de Dios, como unos nuevos hijos pródigos en algún momento concreto de su vida? Pero, el Señor se ha valido de muchas mediaciones para ayudarnos a volver a la casa del Padre, para encontrarnos de nuevo en el gozo de la familia de la fe. Pido al Señor que en Espinardo no perdamos nunca nuestras tradiciones, en especial el regalo de saber descubrir en el Cristo de la Salud, la salud y la vida, nuestro camino, nuestra luz en la oscuridad y la razón de nuestra fe, porque, Señor, tú eres nuestro patrón celestial.

En este día he venido a compartir con vosotros la acción de gracias al Señor por todo lo que me habéis ayudado desde siempre, con vuestro cariño y oraciones. Os hablo con el corazón en la mano, me siento muy privilegiado y orgulloso de ser de Espinardo, y os aseguro que en cada rincón de este pueblo tengo razones para ir recordando acontecimientos y a tantas personas y familias. Os agradezco vuestras oraciones, aunque mis recuerdos se centran también en el día de mi ordenación sacerdotal, 50 años ya, ¡medio siglo! No puedo olvidar a los que he visto partir a la casa del Padre Dios, durante el tiempo del ejercicio del ministerio, muchos han sido compañeros sacerdotes, amigos, familiares, entre ellos mis padres y mis tíos. Solo mi tío Jesús y su esposa, Pepita, llevan la bandera muy alta de la familia y que el Señor les conceda mucho tiempo de vida… Todos están en mi recuerdo y a todos los encomiendo a la misericordia de Dios en la Eucaristía.

Mucho ánimo a todos vosotros, amigos y paisanos, a todos os encomiendo también a la Santísima Virgen de la Fuensanta, porque es imposible olvidar a la Madre. Cada año, cuando despedimos a la Virgen en su camino al santuario en el Carmen, nos reunimos junto al jardín de Floridablanca un grupo de espinarderos que nos encontramos por allí y celebramos mucho el encuentro con la Virgen.

Que el Señor os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias, que os conceda la valentía de vivir la fe y os proteja de todo mal.

¡Viva el Cristo de la Salud!

+ José Manuel Lorca Planes Obispo de Cartagena

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