En el umbral de la Cuaresma

El Obispo de Cartagena en el V Domingo de Cuaresma.

Ya llegamos al umbral de la Cuaresma, ya se conectan los circuitos de nuestra razón y se empapan de esperanza viva las secas esponjas de nuestros ánimos cansados. Cada día se hace más interesante la cercanía con Dios, conoceremos su amor misericordioso, aunque los vientos del mundo sean adversos. Pero otra vez, sin cansarse, vuelve a repetirnos el Señor que es Él el que nos salva y se nos adelanta para que veamos como nos ofrece vida: «cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor… os infundiré mi Espíritu y viviréis». En este domingo, como en los anteriores, se transparenta la seguridad en la fuerza de la fe, en la fuerza de Dios que nos salva de las garras de la muerte y nos ilumina la mente para reconocer su rostro. Cuando sintamos sus dedos en nuestros ojos invitándonos a ver, como al ciego de nacimiento, o cuando oigamos la voz de Jesús que nos apremia a salir de nuestros sepulcros de muerte, como a Lázaro, podremos entender que su amor es verdadero, que la esperanza es fundada. Haced el ejercicio de repasar los evangelios de los domingos anteriores y comprobad que se trata del mismo mensaje de amor misericordioso.

El empeño es de Dios, es iniciativa suya salir a nuestro encuentro, para que descansemos en Él. Aunque la falta de fe nos lleve a preguntarnos una y otra vez por qué, como lo hizo Lope de Vega: «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?» La respuesta es sencilla, ¡Porque somos sus hijos!, ¡Él nos ha creado a su imagen y semejanza! La parábola del hijo pródigo es muy gráfica, cuando regresaba arrepentido, encontró al Padre saliendo a su encuentro para abrazarle, con el perdón por delante y para decirle que no había perdido su condición de hijo y heredero. Dios perdona de verdad.

Aprendamos de los hombres y mujeres de fe, como Salomón, que como buen israelita hizo girar toda su vida en torno a Yahveh, sin complejos, lo personal, su misión, su relación con Dios, sus vivencias… porque entiende que todo está dentro de un orden, el de Dios. Por esa razón solicita al Señor la fuerza necesaria para cumplir con la misión encomendada (cfr. 1Re 3,8-12), sabe que quien mueve los hilos de la historia es el Señor, que conoce hasta lo más íntimo de su ser.

La fe de los testigos es determinante, ¿cómo dudar de su voluntad salvadora o de su amor? Pensad en este domingo que toda vuestra vida la conoce el Señor, pensad en vuestras responsabilidades y ponedlas en sus manos, para que sea Él quien os oriente desde la verdad hacia el bien común, hacia el respeto y la caridad. Si la voz del Altísimo llega a lo más hondo del corazón se produce un dinamismo interior que te seduce y te invita a seguirle, a dar razón de tu experiencia creyente.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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